Mar. Abr 30th, 2024

Del 14 al 21 de abril de 2024, la Iglesia Católica en Colombia se sumerge en una intensa jornada espiritual con la celebración de la Semana Vocacional, enmarcada en la LXI Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Este año, el tema central es la oración como instrumento fundamental en la búsqueda y el fortalecimiento de las vocaciones dentro de la Iglesia, coincidiendo con el lema “Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz”.

La celebración se lleva a cabo durante el cuarto Domingo de Pascua, conocido como el domingo de ‘Jesús, el Buen Pastor’, un tiempo litúrgico dedicado a reflexionar sobre el papel de los obispos y presbíteros como líderes espirituales que guían a la Iglesia siguiendo el modelo de Cristo.

La Comisión Episcopal de Ministerios Ordenados y el Equipo de Apoyo de la Pastoral Vocacional han preparado un documento guía que detalla las actividades y reflexiones para esta semana especial. Estas orientaciones están diseñadas no solo para promover la oración por las vocaciones, sino también para profundizar en el entendimiento personal de la llamada de Dios, siguiendo las palabras del papa Francisco que enfatiza la importancia de «orar para invocar del Padre el don de vocaciones santas».

El padre Manuel Hernando Vega León, director de los Departamentos de Ministerios Ordenados y Vida Consagrada, destaca que la oración es esencial en el proceso de discernimiento vocacional. “Orar no es solo pedir; es escuchar, es abrir el corazón a la voluntad de Dios, lo que nos permite entender mejor nuestro camino personal y comunitario hacia la santidad”, comenta.

Esta semana de reflexión y oración busca no solo invocar vocaciones al sacerdocio o la vida religiosa, sino también inspirar a todos los fieles a considerar cómo pueden vivir su vocación al servicio de la Iglesia y el mundo, fortaleciendo así la misión de la Iglesia de ser un signo de esperanza y paz en la sociedad.

De acuerdo con el padre Vega, la oración que acompaña este discernimiento vocacional tiene algunos rasgos particulares que enriquecen la respuesta vocacional. Entre ellos destaca: 


⎯ “La oración siempre ha de estar centrada en la Palabra de Dios, puesto que la oración nos exige la escucha de la Palabra del Señor, en ella descubrimos la voluntad de Dios y los grandes valores y criterios del Evangelio que nutren la vida cristiana y sin duda la vocación de especial consagración. 


⎯ La oración se realiza desde la propia realidad, en ella ponemos la verdad de nuestra vida, sin apariencias, ni ocultamientos, con el deseo de dejarnos trasformar por la verdad del Evangelio, en la aceptación de nuestras propias limitaciones y el trabajo decidido para hacer que, en el silencio de la oración surjan los signos de madurez que se requieren en el servicio a Dios y a su Iglesia. 


⎯ La oración no es egoísta, ni aislada, tiene un profundo sentido comunitario, eclesial, en la oración nos ponemos en el mundo y al servicio de él, en la oración nos hacemos puentes entre Dios y las realidades de los hombres, es en este rasgo que surgen las motivaciones de servicio y entrega a los demás. 


⎯ La oración ayuda a definir las capacidades y la generosidad, exigidas para optar por el seguimiento de Cristo, casto, pobre y obediente y configurar el corazón con Él, en el ministerio ordenado o la vida consagrada en los diversos carismas que el Espíritu da a la Iglesia”. 


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