Vie. Abr 26th, 2024

El 11 de agosto, numerosos fieles acuden al Monasterio de Santa Clara en Roma para celebrar la solemne fiesta de Santa Clara de Asís. Los preparativos en Roma para la fiesta de este año comenzaron con el rezo de las Vísperas durante una novena a Santa Clara del 2 al 10 de agosto. 

Luego, el pasado 10 de agosto por la noche se llevó a cabo una vigilia solemne con la lectura de la narración del “Tránsito” de Santa Clara presidida por el Padre Manuel Valenzisi. De acuerdo con la narración del momento en el cual Santa Clara partió para la Casa del Padre, antes de morir exhortó a las hermanas clarisas “a vivir la pobreza de Jesucristo”, recordó “con ponderación los beneficios que había recibido de Dios” y suplico “la gracia de una abundante bendición sobre todas las hermanas pobres, tanto presentes como futuras”.

Según describe el relato, las últimas palabras de Santa Clara fueron: “Vete en paz ama mía, que llevas buena escolta para el viaje. Porque Aquel que te creó, luego te santificó y puso en ti el Espíritu Santo. Y siempre te ha guardado como la madre al hijo que ama. ¡Bendito seas Señor porque me has creado!”.

Finalmente, en la vigilia solemne se entonó el himno del Te Deum y algunos fieles escribieron intenciones de oración por las que rezará especialmente las monjas clarisas de este Monasterio de clausura.

Asimismo, el Monasterio de Santa Clara en Roma celebra la Solemnidad este 11 de agosto con dos Eucaristías, una por la mañana y otra por la tarde, esta última será presidida por el Obispo Auxiliar de Roma, Mons. Paolo Ricciardi. Por su parte, el ministro general de la Orden de los Franciscanos Menores, el P. Massimo Fusarelli, presidió la vigilia solemne del tránsito de Santa Clara en el Santuario de San Damián en Asís. Momento de oración al que acudieron numerosos fieles.

Asimismo, Fray Massimo explicó que “la vocación es un don que no se da de una vez por todas, sino que crece con un cuidado constante. Por eso necesitamos exponernos continuamente a la presencia y a la palabra del Señor para recibir esta iluminación del corazón, en cuya luz podemos reconocer la verdad de la vida a la que estamos llamados, la inspiración que la mueve”.

“Cuidar significa custodiar la presencia y la voz del Espíritu del Señor en nosotros, permanecer atentos a los caminos a seguir para vivir nuestra vocación de forma dinámica hoy”, advirtió.

Por ello, el religioso franciscano invitó a aprender “a cuidar la luz y la inspiración que el Señor no deja de sembrar abundantemente entre nosotros” y añadió “no reduzcamos el carisma y la vocación a un conjunto de reglas a observar o bien a un continuo cambio de modalidades y expresiones, porque el cuidado exige fidelidad, atención, crecimiento en profundidad, alimentación de las raíces”.

Fuente: Aciprensa

Redacción: Natalia Monroy