Vie. Abr 26th, 2024

Hoy miércoles 17 de agosto se cumplen 20 años de la consagración solemne del mundo a la Divina misericordia, un acto que realizo el Papa Juan Pablo II el 17 de agosto de 2002, en las afueras de Cracovia (Polonia), en la localidad de Lagiewniki.

El lugar está muy cerca del convento donde falleció Santa Faustina Kowalska, la Apóstol de la Divina Misericordia, a quien Jesús le confió, entre otras cosas, la difusión del rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia.

En la homilía de la Misa que presidió ese sábado de agosto, Juan Pablo II dijo que hacía la consagración “con el deseo ardiente de que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de Santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza”.

“Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí debe salir ‘la chispa que preparará al mundo para su última venida’”, resaltó entonces el Papa peregrino. El Papa santo dijo además que “es preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia. En la misericordia de Dios, el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad”.

“Os encomiendo esta tarea a vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, a la Iglesia que está en Cracovia y en Polonia, y a todos los devotos de la Misericordia divina que vengan de Polonia y del mundo entero. ¡Sed testigos de la misericordia!”, alentó.

Oración de consagración

La oración de consagración, que millones de personas rezan ahora, es la siguiente:

Dios, Padre misericordioso,

que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo

y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador,

te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.

Inclínate hacia nosotros, pecadores;

sana nuestra debilidad;

derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu misericordia,

para que en ti, Dios uno y trino,

encuentren siempre la fuente de la esperanza.

Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo,

ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.


Fuente: Infocatólica

Redacción: Natalia Monroy