Vie. May 3rd, 2024

En una jornada impregnada de fe y esperanza, el Papa Francisco compartió su mensaje navideño en la Solemnidad de la Natividad del Señor, emanando palabras de aliento y paz desde la Logia Central de la Basílica de San Pedro, seguido de la tradicional Bendición Urbi et Orbi.

«Dirijamos nuestra mirada y corazón hacia Belén», inició Su Santidad, recordando a los fieles cristianos de todo el mundo el significado profundo de esta celebración. Refiriéndose a las palabras del ángel en el cielo de Belén, el Papa resaltó que el nacimiento de El Salvador es «un anuncio que ha resonado a lo largo de los siglos y que hoy nos llega a nosotros con la misma fuerza transformadora».

El Santo Padre expresó que la encarnación del Señor trae un mensaje de confianza y esperanza inigualables. «El hecho de que el Hijo de Dios haya compartido nuestra humanidad, habitando entre nosotros, marca un antes y un después en nuestra historia», enfatizó.

Francisco destacó que la alegría de Belén no es efímera ni superficial, sino una alegría que engrandece el alma. «En Jesús, nacido en un humilde pesebre, encontramos la verdadera grandeza, la que se revela en la sencillez y el amor», dijo.

El Papa hizo hincapié en el impacto transformador de la Navidad, que no solo conmueve nuestros corazones sino que nos invita a vivir como hijos amados de Dios. «La ternura de Dios se hace palpable en el Niño Jesús», continuó, «y nos ofrece la posibilidad de renacer en la esperanza y la paz, gracias al Espíritu Santo».

En su mensaje, el Pontífice también se dirigió a aquellos que atraviesan momentos de desesperación y conflictos internos. «En esta Navidad, Cristo nace para cada uno de nosotros, especialmente para quienes han perdido la confianza y la esperanza. Él viene a tender su mano a todos, ofreciendo liberación y consuelo», afirmó.

¡Cuántas matanzas de inocentes en el mundo!

El Obispo de Roma acotó que «en la Escritura, al Príncipe de la paz se le opone ‘el Príncipe de este mundo’ (Jn 12,31) que, sembrando muerte, actúa en contra del Señor, ‘que ama la vida’ (Sb 11,26)». «Lo vemos obrar en Belén cuando, después del nacimiento del Salvador, sucede la matanza de los inocentes», agregó. Francisco lamentó las «matanzas de inocentes en el mundo: en el vientre materno, en las rutas de los desesperados que buscan esperanza, en las vidas de tantos niños cuya infancia está devastada por la guerra. Son los pequeños Jesús de hoy».

El Sucesor de Pedro subrayó que decir “sí” al Príncipe de la paz significa decir “no” a la guerra, a toda guerra, a la misma lógica de la guerra, un viaje sin meta, una derrota sin vencedores, una locura sin excusas.

Finalmente, el Papa Francisco recordó la profecía de Isaías, celebrando la llegada del ‘Príncipe de la Paz’ y augurando una paz sin fin. «En un mundo a menudo oscurecido por el dolor y la incertidumbre, la luz de Dios brilla más fuerte en Belén, ofreciendo a cada corazón la posibilidad de encontrar la verdadera paz en Jesús», concluyó, invitando a todos a recibir con júbilo esta gracia divina.