Vie. Abr 26th, 2024

“La oración dispone a un amor sobreabundante: apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar. Cuando una oración es según el corazón de Jesús, obtiene milagros. Por eso, rezar cada día por todo y por todos, también por los enemigos, porque «amando con ternura el mundo descubriremos que cada día y cada cosa lleva escondido en sí un fragmento del misterio de Dios».  Dijo el Papa durante su catequesis de ayer.

 

«Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre». Col 3,16-17.

 

Quien reza es como el enamorado, que lleva siempre al amado en su corazón. La reflexión de la oración está basada en la carta a los Colosenses del Apóstol Pablo y el Papa reflexiona sobre la oración en la vida cotidiana y cómo la oración cristiana está ‘anclada’ a la Liturgia”.

 

“Hoy destacaremos cómo desde la Liturgia esta vuelve siempre a la vida cotidiana: por las calles, en las oficinas, en los medios de transporte…”, donde “continúa el diálogo con Dios, pues quien reza es como el enamorado, que lleva siempre en el corazón a la persona amada, donde sea que esté”.

 

En la reflexión del Papa “toda alegría se convierte en motivo de alabanza, toda prueba es ocasión para una petición de ayuda. La oración está siempre viva en la vida como una brasa de fuego, y así, cuando la boca no habla, el corazón habla.

 

La oración apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar. En algún momento nos parecerá que ya no somos nosotros los que vivimos, sino que la gracia vive y obra en nosotros mediante la oración.

 

 

 

Fuente: Vatican News
 
 

 

 

Nota enviada por la periodista Teresita González a webmaster