Vie. Jul 26th, 2024

Frente a la Ley Orgánica de modificación de la Ley Orgánica de Educación, el Cardenal Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid, España, invitó en su carta semanal, a que se pregunten si esta nueva ley de educación “integra los viejos y nuevos valores que son el alma de la conciencia española que recoge nuestra Constitución y que han de convertirse siempre en fermento de fraternidad y convivencia o si provoca todo lo contrario”.

 

La Ley Orgánica de Modificación de la LOE “ha estado acompañada en toda su tramitación por la polémica y suscita diversas preguntas que, entre todos, deberíamos intentar responder”. Por esta razón, cuestionó si con esta ley se abordan “las necesidades reales que surgen en esta nueva situación de la humanidad o las que, desde una ideología, estimamos”.

 

Por otra parte, destacó que en una democracia “debería garantizarse que todos pudiéramos realizar proyectos según nuestras convicciones”. “Si la educación es un derecho de toda persona y es un derecho fundamental, lo normal es que los poderes públicos se impliquen en su defensa”.

 

También insistió en que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos” tal como lo contempla la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.

 

 “…se deben garantizar y asignar recursos económicos y personales a todas las escuelas, tanto a las escuelas públicas concertadas de iniciativa social como a las escuelas públicas de iniciativa estatal” y fue enfático en que “plantear estas formas de asumir la responsabilidad del Estado en la educación como relaciones de suplencia no lleva a ninguna solución”.

 

Tengamos encendida la luz de la libertad

 

 “No podemos apagar la luz de la libertad que necesita un pueblo para construirse. No podemos legislar para domesticar e instaurar fuerzas que limitan libertades”, dijo el Cardenal Carlos Osoros.

 

“Reclamamos una escuela que forme e informe, que dinamice la conciencia crítica y la sensibilidad ética, en la que se haga posible la esperanza con razón y el reconocimiento del prójimo con sus diferencias, en la que se legitimen la religión y la distintas ideas, que no han de confundirse con fanatismo o dictadura.

 

“Los padres, al haber dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole y, por consiguiente, deben ser reconocidos como los primeros y principales educadores de sus hijos”, premisa que también está contemplada en el Concilio Vaticano II, que igualmente enfatiza en “la tarea de impartir la educación, que compete en primer lugar a la familia, necesita de la ayuda de la sociedad”.

 

Del mismo modo, el cardenal insta a “proteger los derechos y deberes de los padres y de quienes participan en la educación y prestarles ayuda, conforme al principio de su deber subsidiario”, con el fin de “completar la obra educadora teniendo en cuenta los deseos de los padres”.

 

Nota basada en información de Aciprensa

 

 

Nota enviada por la periodista Teresita González a webmaster