“Por eso tenemos que acudir a Dios, el único que puede darnos una palabra que ilumine este misterio de nuestra caducidad y que nos dé fortaleza y esperanza en los momentos de prueba”.
Recordó como la persona de Jesús dedicó su ministerio para atender a los enfermos, dándoles consuelo y regalándoles la salud física y espiritual. “Es un momento para encontrarnos con nuestra condición humana, todos somos hijos de Dios con una dignidad incomparable, pero también somos frágiles”.
En este contexto, resaltó la labor y el carisma que Dios les dio a tantos profesionales de la salud y les expresó su saludo de gratitud por el servicio prestado en favor de los enfermos.
“Pienso en los médicos, enfermeros, enfermeras, en todo el personal de las clínicas y hospitales, pienso en los curadores de los enfermos, que trabajo tan necesario y a la vez exigente, que trabajo tan hermoso y tan abnegado (…) En nombre de la Iglesia saludo, felicito y agradezco a todos los que sirven a los enfermos, y les digo que se sientan felices de haber recibido este don y la posibilidad de cumplir este servicio a Cristo que padece en cada uno de los que están enfermos”, aseveró.
Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia
Nota enviada por Teresita González a webmaster