Dom. Abr 28th, 2024

Tomamos el testimonio de conversión. Una historia llena de esperanza de la cadena aliada Infocatólica:

Háblenos de su infancia y de sus heridas afectivas y cómo le fueron condicionando la vida.

Lo primero de todo, deseo que todo lo que voy a relatar sea para gloria de Dios y salvación de las almas. Amén.

Soy Fran Orvich, tengo 29 años, vivo en Madrid, España, vengo de una familia católica, tengo cuatro hermanos, yo soy el menor. Durante mi niñez crecí en un ambiente hostil, por lo que mi infancia fue muy dolorosa y con bastantes heridas porque veía constantemente a mis padres discutir entre ellos, tenían peleas muy fuertes y frecuentes, había gritos en la casa y situaciones que ningún niño jamás debería vivir.

Recuerdo que mis padres se distanciaban por un tiempo y luego se reconciliaban y volvían a estar juntos, lo cual me causó mucho daño emocional y espiritual, por lo que crecí con un gran vacío afectivo porque necesité demasiado la figura paterna, que es esencial en la vida porque otorga al hombre seguridad en sí mismo, hombría, fuerza y determinación para ser un varón.

Sobre mis padres he de decir que actualmente se encuentran bien.

¿Cómo fue adentrándose en el ambiente homosexual?

Todo empezó en la época de mis estudios cuando yo tenía catorce o quince años, aunque me gustaría mencionar que desde muy temprana edad ya cometía pecados de impureza que fueron aumentando aún más por la pornografía que vi en la adolescencia.

Hay personas que me han preguntado si he tenido novias, y efectivamente las he tenido; sin embargo, de pronto algo inusual me sucedió porque un día me empecé a fijar en un chico de otra clase, sentía una atracción que no me podía explicar de dónde venía. Al igual que un fruto prohibido ese chico me pareció agradable a primera vista y a partir de allí comenzó toda mi vida homosexual activa, desperdiciando mi tiempo en fiestas, tratando de colmar mi sed de amor teniendo relaciones con hombres, alcohol y desenfreno, no obstante, eso aumentaba aún más mi vacío.

A los ojos del mundo tenía todo lo que cualquier persona desearía tener porque tenía dinero, belleza e incluso fui modelo y azafato de congresos. Parecía que el mundo me sonreía por fuera, pero, por dentro cuando llegaba a casa después de trabajar me sentía solo y depresivo, no obstante, no comprendía porque me sentía así, pues lo tenía todo, pero, me faltaba lo más importante el amor de Dios.

Ahora comprendo que fueron una serie de acontecimientos negativos que viví en mi pasado los que me encaminaron hacia esa vida, entre ellos la presencia y tentación del demonio Asmodeo, que Dios lo ate, quien induce a las personas a caer en ese pecado del homosexualismo. Conoce a la perfección la psicología humana y sabiendo que la criatura humana tiene en su ser un abismo inmenso de ser amada, sabe que cuando un ser humano está vulnerado en la parte psicológica, es decir en su ψυχή o alma, es cuando se encuentra más vulnerable y se convierte en terreno fértil para sembrar la semilla del homosexualismo.

El demonio Asmodeo, que Dios lo ate, quien como hábil titiritero que es, mueve los hilos de tu voluntad cuando cedes a sus tentaciones, dejándote esclavo de sus caprichos y torturas porque primeramente te hace creer con engaños algo que no eres y luego juega con tus emociones haciéndote pensar que tú eres quien genera sentimientos homosexuales desde tu interior. En realidad, son influjos y mentiras que te hacen creer para hacerte su esclavo y para que no tengas control sobre tu vida, de modo que nunca eres verdaderamente libre de actuar o amar verdaderamente. Ese demonio lo primero que te roba es la semejanza que tienes con Dios, y esa semejanza es la dignidad de ser su hijo y de vivir en la libertad de amar que tienen los verdaderos hijos de Dios (Juan 10:10).

En mi opinión, considero que cuando el hombre desconoce o pierde la dignidad de ser hijo de Dios, tiende a buscar el agua viva, es decir, el amor en pozo más cercano que encuentra que por desgracia es el pozo infernal repleto de aguas putrefactas que conforme se van bebiendo van secando más el alma y van aumentando más el deseo de ser amado (Juan 4:13-14).

El camino del mal empieza con una sutil tentación, un consentimiento y finalmente un acto. El camino del mal es un camino de locura total que lleva a la muerte.

¿En qué momento empezó a intuir que tenía que dejar esa vida?

Bueno, debo decir que yo nunca estuve de acuerdo con mi vida, nunca he estado orgulloso de esa inclinación, ni siquiera festejaba el orgullo, porque yo sabía que esa vida no era correcta; no obstante, me resignaba y pensaba que no tenía otra solución. Jamás leí la biblia, ni pensaba que eso que hacía era pecado.

Yo fui la típica persona que decía: – “Creo en Dios y en la Virgen y ya está”. En realidad, no iba a misa ni frecuentaba los sacramentos y mucho menos hacía oración. Pero, Dios me concedió una madre Santa que me decía en todo momento que cambiara, que esa vida que llevaba no era buena. Y ella con mucho amor y caridad me aconsejaba, y yo me ponía furioso y le decía que iba a seguir en esa vida para hacerle daño (cosas que dices y haces cuando estás en pecado mortal). En otras palabras, mi mamá nunca estuvo de acuerdo con mi vida homosexual, nunca la iba a aceptar, pero me amó como hijo suyo que soy.

Como cada año tenía la costumbre de ir con mi madre en Semana Santa a las procesiones y también en Navidad, íbamos a la Iglesia y la acompañaba sólo por darle gusto, no obstante, ella siempre me hablaba de Dios y de la Virgen Santísima y eso hacía que yo sintiera en mi corazón que tenía que cambiar de vida, pero no podía, no tenía fuerzas, intentaba dominarme, pero caía en la impureza y coqueteaba con chicos.

¿Cuál fue el momento crucial en el que tomó la decisión de dejar el pecado?

El momento decisivo fue a los 25 años, cuando nació mi sobrino Gabriel y con días de nacido se puso muy enfermo al punto que creí que moriría, yo me derrumbé por completo pues no podía soportar verlo en ese estado tan deplorable de salud, y ahí fue cuando tuve una iluminación interior, ore al Señor y a la Virgen pidiéndoles por la salud de mi sobrino. Y de pronto, en mi interior oí una voz que me decía: – “Esta es la última oportunidad que te doy, cambia de vida”.

A partir de entonces me arrepentí de corazón de mi vida homosexual activa, fui a la Iglesia me confesé y debo decir, hermanos, entre lágrimas que jamás experimenté una paz tan grande. El perdón de Dios, el amor de Dios en el sacramento de la confesión fue brutal, en ese momento, me sentí amado, lo que yo tanto anhelaba, me sentí perdonado, me sentía en casa, tenía una paz y un gozo en mi corazón que no se puede describir con palabras la felicidad que yo experimenté aquel día es inenarrable.

Cuando descubrí ese amor divino de Jesús, que llenaba todo mi ser, todos mis vacíos y heridas, yo quise tener para siempre ese amor.

Y quería ser fiel y renunciar a mí mismo para amarlo, servirlo y adorarlo, cuando descubrí en la biblia que era un pecado terrible, lloré mucho e hice y hago aún penitencia por el daño que le hice al Sagrado Corazón de Jesús.

Y desde entonces me he estado formando pues deseo conocer más de la iglesia, amar a Dios y la Virgen Santísima, hacer devociones, ir a Misa y sobre todo predicar a todo el mundo el milagro que Dios hizo en mi vida.

Mi sobrino Gabriel ahora tiene cuatro años y lo amo, Dios lo envió para mi conversión, Bendito sea Dios.

Decía que no fue sencillo dejarlo del todo, porque era muy fácil recaer…

Para gloria de Dios, a partir de ese momento quen le acabo de contar, fue sencillo, porque me ayudó mucho el Espíritu Santo quien me dio tanta fuerza y me llenó tanto de su amor que tenía espanto de volver a esa vida que me causaba repugnancia y asco. También, el Señor, me liberó de la esclavitud de la pornografía, en otras palabras, tuve una liberación muy grande.

Yo puse mucho de mi parte, me lo tomé muy en serio no quería ofender a Dios, pues ya sabía que era un pecado abominable, así que aprendí a rezar el Rosario diario y me consagré a la Santísima Virgen los 33 días de San Luis María Griñón de Monfort, para que ella tomara el control de mi vida, y la Reina del Cielo se hizo presente en mi vida y me ayudó a vivir en castidad, en pureza y en renuncia a mí mismo y me protegió del demonio que andaba como león rugiente, pues me molestaba por las noches con ruidos terribles, me insultaba al oído diciéndome improperios e insultos que no valen la pena mencionar, inclusive en sueños también me atormentaba recordándome mi pasado, estaba muy furioso porque me perdió. Ahora mi vida le pertenece al Señor, soy hijo de Dios. Mi vida está escondida en Cristo y yo he muerto al pecado por la gracia de Dios.

¿Cómo le ayudó el hacer una confesión general bien hecha, con el firme deseo de cambiar?

Fue algo maravilloso haber tenido la confesión de vida porque mi alma y mi conciencia ya la anhelaban.

Considero que el haber hecho la confesión general de mis pecados me dio muchísima paz y fuerza. Y ahora estoy convencido de que todo el mundo debería hacer una confesión general porque la confesión es la puerta del cielo, la puerta de la infinita misericordia de Dios.

¿Qué es lo que más le ha ayudado a perseverar en una vida de castidad?

Lo que más me ayuda es asistir a la Santa Misa, y si se tiene posibilidad de ir diariamente es mejor, pero, también recibir a Jesús Eucaristía quien es todo en la vida.

Es pertinente tener adoración al Santísimo una hora como mínimo a la semana ya que es una gran bendición reconocer la nada que somos frente a Dios que lo es todo y que por humildad se anonadó en haciéndose hombre y recluyéndose bajo las especies del pan y el vino (Filipenses 2:6-11).

Es de vital importancia rezar el Santo Rosario diario, con amor y devoción porque el rosario representa la verdadera devoción a la Santísima Virgen María.

Pero también debo decir que todo es gracia y misericordia de Dios. Pero, debemos luchar contra nosotros mismos, con el demonio y el mundo, es decir, actuar como si todo dependiera de nosotros sabiendo que todo depende de Dios.

Sobre el tema de la castidad, considero que es un tópico muy complejo por que sin la ayuda de Dios no se puede practicar ninguna virtud, la castidad es una gracia del cielo y poder guardarla en este mundo tan podrido, es realmente una hazaña de la gloria de Dios en el mundo y una meta que se conquista con mucho dolor. Pero, considero que el Señor nos quiere ver luchando contra nuestro orgullo, pereza, contra nosotros mismos, es decir, te caes; pero, te levantas y así siempre, sin desesperar.

Es conveniente pedir siempre la gracia de la castidad y la pureza de cuerpo y alma, confiando siempre en el Señor, que nos libera y nos sana, pues él vino a por nosotros, los pobres pecadores y por los enfermos.

¿Cómo ha ayudado su testimonio a otras personas?

Para Gloria de Dios como estoy en plataformas de internet he ayudado a muchas almas, brindando un acompañamiento, un consejo o una oración juntos. O simplemente escuchar a la persona.

Creo que la obra la hace Dios, yo sólo soy un instrumento, él hace todo, yo no tengo la capacidad de cambiar vidas, sólo Dios puede transformarlas.

¿En qué momento sintió que Dios le pedía acompañar a su madre y cómo le ayuda vivir y trabajar con ella?

Fue algo interior, sentía que debía acompañar a mi madre en su vida de fe, ir a Misa y rezar juntos. Sentía que tenía que reparar el daño que le causé y dar ejemplo en mi familia para que den gloria a Dios.

En el momento de mi conversión, yo le comenté todo, que dejaba esa vida que quería amar a Dios y seguirlo para siempre, ella se puso a llorar, me abrazó y me dijo: -“El puñal que tenía por ti en mi corazón se fue hijo mío, me escuchó el Señor, hizo un milagro en tu vida, recé siete años, hice muchos rosarios, hice penitencia y ayunos por ti y al final, el Señor y la Virgen me escucharon, gloria a Dios”.

A mi mamá le debo mi conversión y a toda la iglesia que reza por la conversión de los pecadores.

Madres y padres no os canséis de rezar por vuestros hijos, el Señor sabe cuándo os dará la gracia de la conversión para vuestros hijos, sed perseverantes y amar a vuestros hijos. El amor transforma todo.

Háblenos un poco de su actual profesión…

Yo he sido feriante siempre, mi familia toda es feriante, tenemos atracciones de feria, vamos por las fiestas de los pueblos con las festividades católicas, dando alegría y felicidad a los más pequeños.

Mi vida es maravillosa y con muchas luchas y combates, ya lo dijo nuestro Señor Jesucristo en su palabra “quien quiera seguirme se niegue a sí mismo, cargue la cruz y me siga” (Mt 16:24-26). No he vuelto a caer con ningún hombre en estos 4 años y meses, la Virgen Santísima me guarde en su corazón, no confió en mí, si no en que Dios me sostenga y me proteja ante las tentaciones del diablo, amo a Dios me siento amado, quiero ser santo y que todos sean santos. Ya lo dice la Palabra de Dios “Sin santidad nadie verá a Dios” no es un tema de capricho sino que tenemos que ser santos si o si para entrar en el Paraíso (1 Pedro 1:16).

Sólo en Dios nuestro Señor y Rey está la verdadera felicidad. Él nos ama infinitamente, Jesús es el Camino la Verdad y la Vida.

¿Puede dar un mensaje final a las personas que están en una situación parecida a la que usted estuvo?

Querido hermano homosexual, Jesús te ama muchísimo, él sabe lo que has sufrido y sufres, sólo te pide que te arrepientas de tener relaciones con hombres, que guardes la castidad con su gracia y que no hagas caer a nadie en pecado, que le entregues tu vida, esta cruz de la renuncia y negarse a uno mismo con la gracia, es la que te llevará directo al cielo, hermano mío.

¡Mucho ánimo!

Dios os bendiga a todos y la Virgen, rezad por mí, por favor, para que sea perseverante y resista al demonio hasta el final y alcance la vida eterna.


Fuente: Infocatólica