Vie. May 3rd, 2024

La reciente entrevista del Papa Francisco con una cadena de televisión suiza, en la que abordó el conflicto en Ucrania, ha suscitado diversas reacciones a nivel global. Frente a las críticas recibidas, incluida la del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, y de la Comisión Europea, el Cardenal Pietro Parolin interviene para aclarar las palabras del Pontífice.

El Cardenal Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, enfatizó que las declaraciones del Papa Francisco se orientaban hacia la promoción de una solución negociada al conflicto y no a una invitación a la rendición de Ucrania. En medio de las tensiones crecientes, la preocupación del Vaticano se centra en evitar una escalada del conflicto que podría llevar a consecuencias catastróficas, incluyendo el riesgo de una deriva nuclear.

El llamado a la bandera blanca por parte del Papa, según Parolin, simboliza un llamamiento al diálogo y a la búsqueda de la paz, más que un acto de capitulación. La intención es alentar a todas las partes involucradas a considerar soluciones pacíficas que respeten la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, en lugar de perpetuar el ciclo de violencia.

Esta aclaración se produce en un momento en que Ucrania, apoyada por sus aliados, enfrenta la agresión militar rusa, buscando defender su independencia y soberanía. La posición de la Santa Sede, según el Cardenal Parolin, se alinea con el deseo de una resolución pacífica que beneficie a todas las partes y evite más sufrimiento a la población civil.

En este contexto, el Vaticano sigue comprometido con su misión de fomentar la paz y el entendimiento entre las naciones, reiterando su llamado a la comunidad internacional para apoyar esfuerzos diplomáticos que conduzcan a un cese definitivo de las hostilidades en Ucrania.

En la siguiente entrevista concedida al Corriere, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, ha querido aclarar lo que el Papa dijo y la postura de la Santa Sede ante la guerra en Ucrania

Eminencia, parece evidente que el Papa pide negociación y no rendición. Pero ¿por qué dirigirse sólo a una de las dos partes, es decir a Ucrania y no a Rusia? Y evocar la «derrota» de los atacados, como motivación para la negociación, ¿no corre el riesgo de ser contraproducente?

«Como recuerda el director de la oficina de prensa vaticana, citando las palabras del Santo Padre del 25 de febrero, el llamamiento del Pontífice es que »se creen las condiciones para una solución diplomática en busca de una paz justa y duradera«. En este sentido, es obvio que la creación de tales condiciones no es responsabilidad de una sola de las partes, sino de ambas, y la primera condición me parece que es precisamente la de poner fin a la agresión. No hay que olvidar nunca el contexto y, en este caso, la pregunta que se formuló al Papa, quien, en respuesta, habló de negociación y, en particular, del valor de la negociación, que nunca es una rendición. La Santa Sede sigue en esta línea y continúa pidiendo un «alto el fuego» y los agresores deberían ser los primeros en cesar el fuego y por lo tanto, la apertura de negociaciones. El Santo Padre explica que negociar no es debilidad, sino que es fuerza. No es rendición, sino valentía. Y nos dice que debemos tener una mayor consideración por la vida humana, por los cientos de miles de vidas que se han sacrificado en esta guerra en el corazón de Europa. Son palabras que se aplican tanto a Ucrania como a Tierra Santa y a los demás conflictos que ensangrientan el mundo».

¿Hay aún alguna posibilidad de llegar a una solución diplomática?

«Puesto que se trata de decisiones que dependen de la voluntad humana, siempre existe la posibilidad de llegar a una solución diplomática. La guerra desatada contra Ucrania no es el efecto de una calamidad natural incontrolable, sino de la sola libertad humana, y la misma voluntad humana que ha causado esta tragedia tiene también la posibilidad y la responsabilidad de tomar medidas para ponerle fin y abrir el camino a una solución diplomática».

¿Es la preocupación de la Santa Sede una escalada? Usted mismo ha hablado de ello, diciendo que «da miedo» la hipótesis de la implicación de los países occidentales.

«La Santa Sede está preocupada por el riesgo de una escalada de la guerra. La elevación del nivel del conflicto, la explosión de nuevos enfrentamientos armados, la carrera hacia el rearme son señales dramáticas e inquietantes en este sentido. La ampliación de la guerra significa nuevos sufrimientos, nuevos lutos, nuevas víctimas, nuevas destrucciones, que se añaden a los que el pueblo ucraniano, especialmente los niños, las mujeres, los ancianos y los civiles, están experimentando en su propia carne, pagando el precio demasiado caro de esta guerra injusta».

Francisco habló también del conflicto palestino-israelí, evocando la «responsabilidad» de los contendientes. ¿Qué tienen en común las dos situaciones?

«Las dos situaciones tienen ciertamente en común el hecho de que se han extendido peligrosamente más allá de todo límite aceptable, que no se pueden resolver, que tienen repercusiones en varios países y que no pueden encontrar una solución sin negociaciones serias. Me preocupa el odio que están generando. ¿Cuándo podrán sanarse heridas tan profundas?».

Siguiendo con el tema de la escalada: el Papa ha hablado varias veces del peligro de un conflicto nuclear, «basta un accidente», ¿es éste el temor de fondo de la Santa Sede? ¿Un «accidente» como el de Sarajevo en el 14?

«El riesgo de una fatal ‘deriva’ nuclear no está ausente. Basta ver la regularidad con la que ciertos representantes gubernamentales recurren a tal amenaza. Sólo puedo esperar que se trate de propaganda estratégica y no de una ‘advertencia’ de algo realmente posible. En cuanto al »temor de fondo de la Santa Sede, creo que se trata más bien de que los diversos actores de esta trágica situación se encierren aún más en sus propios intereses, sin hacer lo posible por alcanzar una paz justa y estable.