Sáb. Sep 7th, 2024

Tom Vander Woude, reconocido piloto y director deportivo, es recordado no solo por sus logros profesionales, sino por su profundo compromiso con la fe y la familia. Su vida, marcada por valores cristianos y amor incondicional, culminó en un acto heroico que sigue inspirando a padres de todo el mundo.

Nacido en 1942 en Sioux Falls, Dakota del Sur, Vander Woude dejó la vida de granja para servir en la Marina como piloto durante 17 años. En 1964, contrajo matrimonio con Mary Ellen Earley, con quien tuvo siete hijos: Tom, Steve, Dan, Bob, Chris, Pat y Joseph. Tras una exitosa carrera en la aviación comercial, se retiró en 2002 para asumir el rol de director de atletismo en Christendom College en Front Royal, Virginia.

Tom Vander Woude era conocido por su humildad y disposición a ayudar a los demás. Su hijo Dan relata cómo su padre nunca dudaba en ofrecer ayuda, independientemente de su experiencia o conocimientos en la tarea. «No conocía el fútbol, pero había una necesidad, así que fue a cursos de entrenamiento para aprender,» recordó Dan. «Ya fuera entrenando baloncesto, fútbol o dirigiendo a los monaguillos, era muy bueno con los jóvenes.»

La devoción de Vander Woude a su familia y su fe era evidente en su vida diaria. Creía que una familia católica sólida debía vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. «Cuando otros preguntaban sobre los secretos del éxito para criar familias católicas, siempre señalaba rápidamente el Rosario familiar. Definitivamente estaba dedicado a Nuestra Señora,» compartió su hijo.

Su rutina incluía comulgar y realizar una Hora Santa diariamente, a menudo entre las 2 y 3 a.m. «Esas eran las cosas que veíamos de nuestro padre. En esta cultura, que vende muchas cosas, tenía un padre de rodillas que me mostraba cómo ser un hombre de Dios,» dijo Dan.

El amor de Vander Woude por la Virgen María llevó a su familia a organizar un festival mariano anual en su granja, celebrado cada último domingo de mayo. Durante casi dos décadas, este evento reunió a cientos de amigos y conocidos, reforzando la fe y la comunidad.

El acto más heroico de Tom Vander Woude ocurrió el 8 de septiembre de 2008, cuando su hijo Joseph, que tiene síndrome de Down, cayó en una fosa séptica. Sin dudarlo, Tom se lanzó tras él, manteniendo su cabeza fuera del agua mientras luchaba por sacarlo. A pesar de los esfuerzos, Tom perdió la vida, pero su sacrificio salvó a su hijo.

La historia de Tom Vander Woude es un testimonio poderoso de amor, fe y sacrificio. Su vida y su último acto de valentía siguen siendo un ejemplo inspirador de paternidad cristiana y devoción incondicional a la familia y a Dios.

Vander Woude, un hombre de auténtica fe y dedicación, dejó un legado profundo a través de su amor incondicional por sus hijos, especialmente por Joseph, quien nació con síndrome de Down. A pesar de su ocupada vida como atleta y entrenador, Vander Woude encontró en Josie una inspiración para vivir la disciplina de maneras más profundas que las competiciones deportivas.

Trágicamente, a los 20 años, Joseph sufrió un accidente cuando cayó en un tanque séptico roto en la granja familiar. Sin dudarlo, Vander Woude se lanzó para rescatarlo, elevándolo sobre el nivel del agua para que pudiera respirar, pero sacrificándose en el proceso debido a los gases tóxicos.

Más de 2 mil personas, incluidos 70 sacerdotes y un obispo, se reunieron en su Misa de Exequias el 15 de septiembre de 2008, para honrar a Vander Woude, quien no solo inspiró durante su vida, sino también con su muerte. La capilla donde solía adorar durante las madrugadas fue renombrada en su memoria, y sus hijos continúan la tradición de asistir a rezar frente al Santísimo a esa misma hora, en un tributo continuo a su padre ejemplar.