Santa Mónica de Hipona, fue una ferviente observante de las tradiciones de la Iglesia, depositó toda su esperanza en Dios. Su memoria se celebra el 27 de agosto. Vatican News habló con el Prior de la orden de San Agustín, padre Alejandro Moral, quien explicó que el carisma de esta santa tiene dos características: el amor a Dios y el amor a la familia, a su marido y a sus tres hijos. Son estos amores, dijo el Prior, lo que con toda la confianza, “le hacía a ella caminar hacia delante y estar siempre aún en el sufrimiento al lado de estas personas, porque el amor de Dios le daba la confianza de que iba a alcanzar lo que le había pedido: la conversión de su hijo, la conversión de su marido y que viviesen dentro de la fe católica.
Agustín: un hijo inquieto en busca de la verdad
Santa Mónica fue una madre solícita y atenta, su mayor preocupación fue Agustín, el «hijo de tantas lágrimas», de corazón inquieto; ambicioso retórico que, en la búsqueda de la verdad, se aleja de la fe católica y vaga de una filosofía a otra.
Mónica no deja de rezar por él y sigue todas las vicisitudes de su vida, intentando estar cerca de él. Por ello se traslada a Cartago y luego a Italia, cuando su hijo, docente de retórica, en la cumbre de su carrera, se va a vivir a Milán. Su afecto materno y sus oraciones acompañan la conversión de Agustín, que después de recibir el bautismo de manos del obispo Ambrosio, decidió volver a Tagaste para dar vida a una comunidad de siervos de Dios. Mónica está con él. Habrá que embarcarse en Ostia, para volver a África.
El Prior de la Orden de San Agustín, explica la conversión de San Agustín y cómo puede servir de modelo para los jóvenes de hoy.
Fuente: Vatican News
Nota enviada por Teresita González a webmaster