Mié. May 1st, 2024

Mons. Bertram Meier, obispo de Ausburgo, ha subrayado la necesidad de una «reforma espiritual» de la Iglesia ante la próxima celebración de la última asamblea plenaria del sínodo alemán. En una entrevista concedida a la revista de televisión «katholisch1.tv», declaró: «La sinodalidad es un concepto teológico-espiritual y no puede ponerse en relación directa con una democratización de la Iglesia».

En la entrevista, el obispo también justificó su participación en la carta de cinco obispos al Vaticano sobre la participación en el proyectado «Comité Sinodal», que debe preparar nuevas estructuras de liderazgo en la Iglesia, y que Roma desaprueba expresamente:

«A todos nos preocupa la participación de los laicos en la vida de la Iglesia, pero se plantea la cuestión de si la estructura de gobierno de la Iglesia prevista en el futuro Concilio Sinodal corresponde a la concepción católica de la Iglesia».

Antes de participar en esta carta, dijo el obispo, también había llevado su «pesar y lucha» al Cabildo de la Catedral de Augsburgo como Colegio de Consultores, así como a la Conferencia de Jefes de Departamento. Ante su voz de alarma, «todos los demás me apoyaban y decían ‘pregunta a Roma’».

El obispo subrayó que debe haber cambios en la Iglesia:

«Intento conservar lo que es bueno, lo que se ha probado, y sin embargo avanzar dinámicamente hacia el futuro con cambios. Se trata de una reforma espiritual de la Iglesia, es decir, que nos dejemos llevar al servicio de Jesucristo, cultivemos la amistad con Dios y ofrezcamos su Evangelio a la gente. Para mí, eso es renovación espiritual, y no es sólo renovación estructural».

En cuanto al propio Camino Sinodal, que Mons. Bertram ya calificó de «experimento espiritual» en la primera Asamblea, hace tres años, no pierde la esperanza: «Creo que el director del experimento espiritual, por así decirlo, sigue siendo el Espíritu Santo. No quiero poner límites a su imaginación, yo mismo estoy dispuesto a dejar que me cambie, pero también espero del pueblo de Dios en Augsburgo que no nos dividamos, sino que permanezcamos siempre juntos en una misma barca.»


Fuente: Infocatólica