Jue. May 2nd, 2024

Mientras que el magisterio papal ha sido «sustituido por resúmenes de prensa», el de las conferencias episcopales «se ha elevado al máximo exponente» y quienes tenían «la tarea sagrada» de transmitir la enseñanza de los Papas «parece que han hecho dejación de funciones».

 

Con estas palabras, el doctor en Ciencias Políticas, licenciado en Ciencias Religiosas y máster en Doctrina Social de la Iglesia Francisco J. Carballo denuncia la «profunda crisis» del magisterio social pontificio en la primera publicación de Chesterton.es, Las exigencias de la Doctrina Social de la Iglesia. El ejemplo de Chesterton. 

 

Una crisis, explica Carballo a Religión en Libertad, que no está exenta de responsables -entre otros, «una pastoral saturada de concesiones ilegítimas, laicos incoherentes o pastores negligentes»-, y que tiene unas consecuencias «terribles» para la Iglesia, como es la «complicidad de los católicos con doctrinas condenadas».

 

En este libro, el autor desgrana con sencillez y detalle las implicaciones y contenidos de un magisterio que hoy es difundido «con una pedantería ridícula» pero que esconde «las glorias y excelencias de la Iglesia» así como las respuestas a las grandes preguntas que afectan a todo católico en la vida pública.

 

-La Doctrina Social de la Iglesia es una parte de la teología moral que se ocupa de formar la conciencia de los bautizados en orden al bien común en la vida social. Como todo postulado moral nace de la naturaleza humana, busca los medios más eficaces para el perfeccionamiento del hombre, y tiene como objetivo último la salvación de las almas. Su fundamento está en la Sagrada Escritura y la Tradición Apostólica, interpretadas por el Magisterio Pontificio. Por eso decía Juan Pablo II que «pertenece a la misión evangelizadora de la Iglesia y forma parte esencial del mensaje cristiano».

 

No es una solución técnica ni pretende competir con las ideologías humanas. Se trata del juicio moral que merecen las circunstancias sociales desde la perspectiva de la dignidad del hombre , a la cual deben subordinarse la acción de gobierno y la actividad económica.

 

-Uno de los signos más extendidos y llamativos de esta crisis es el desprecio de los textos oficiales (el Catecismo, el Concilio, el magisterio pontificio, el magisterio de otros siglos, el CIC…). Y la irrupción caótica y avasalladora de fuentes de jerarquía menor o sin jerarquía alguna: reflexiones de conferencias episcopales de otros países, discursos pontificios improvisados, opiniones de teólogos, conclusiones de algún congreso académico…

 

Dice el Concilio que los laicos tienen la misión de ordenar la vida temporal según Cristo. La conclusión inevitable es que la Doctrina Social de la Iglesia es hoy, guste o no guste, una postura antisistema.

 

-Los grandes pensadores que han afrontado con lucidez y equilibrio estas cuestiones han sido en general personajes doctrinalmente solitarios y fracasados. Chesterton es uno de estos modelos de admirable independencia y de insobornable criterio. A ellos y a otros como Severino Aznar en el aspecto económico, o a monseñor Guerra Campos en la filosofía política, debemos la luz necesaria para rescatar la DSI de interpretaciones torcidas o alicortas.

 

Sin duda, estas exigencias alejan a los fieles definitivamente del voto a los partidos liberales y marxistas, de la colaboración con estas ideologías por la bondad parcial de su programa o de participar en un sistema político que hace posible el holocausto del aborto, entre otras muchas, numerosas, leyes anticristianas.

 

Estos conceptos del mal menor o el bien posible son cálculos humanos para intentar tranquilizar nuestra conciencia, que no responden a la exigencia moral de la Iglesia. 

 

Los mártires no usaban esa lógica. Santo Tomás Moro no pensó en el mal menor cuando se negó a firmar la ley del divorcio tal y como le pedía Enrique VIII, toda vez que la ley saldría adelante con su apoyo o sin él. Permaneciendo en el gobierno habría hecho mucho bien, habría salvado muchas vidas de católicos perseguidos, tal vez hubiese convencido al rey de su error, tal vez hubiese corregido la deriva histórica de Inglaterra… Pues bien, Juan Pablo II le proclama patrón de los políticos por hacer lo que hizo, no lo contrario.

 

Sin duda Chesterton nos animaría a la lucha, que es lo único que Dios pide y espera del amor de sus hijos. No olvidemos, como decía Donoso, que Dios tiene preparado para quienes le aman una recompensa mayor que la victoria en la lucha.

 

 

 

Nota enviada en guion del 18 de febrero de 2022 a producción Radio María por las periodistas: Maira Celis y Johaved Orozco 
Fuente: Religión en libertad