Vie. Abr 26th, 2024

El fariseísmo, lejos de ser una categoría exclusiva de personas en los tiempos de Jesús, es una actitud espiritual que puede prevalecer a lo largo de la historia y afectar la vida religiosa de los cristianos. En este sentido, se enfatiza que el fariseísmo se ha convertido, con razón, en sinónimo de hipocresía.

Debemos reflexionar sobre cómo el fariseísmo puede manifestarse en una doble cara, una vuelta hacia Dios y otra hacia los demás, lo cual resulta en una actitud espantosa ante la mirada divina. Sin embargo, también se destaca que existen ejemplos poderosos de cómo servir verdaderamente a Dios y a los demás, como lo hicieron Jesús y María.

Se recuerda cómo Jesús frecuentemente criticó a los escribas y fariseos en las Sagradas Escrituras, advirtiendo sobre la importancia de evitar caer en esa postura interna. Por el contrario, se enfatiza que Jesús dio su vida por la humanidad, como un servicio permanente a los demás, liberándonos y salvándonos.

María, la Madre de Dios, también es presentada como un ejemplo de servidora de Dios y de la humanidad. Cuando el Ángel le anunció su vocación como Madre de Dios, María comprendió que esa misión la llevaría a convertirse en la primera servidora de Dios y de los hombres.

En un mundo donde los desafíos son cada vez más complejos, todos los creyentes debemos buscar y vivir el espíritu de servicio desinteresado y generoso que Jesús y María encarnaron ejemplarmente. Solo a través de ese espíritu, dice, podremos enfrentar los retos de la actualidad y contribuir a la construcción de un mundo nuevo.

Finalmente, el llamado a la oración y a seguir el ejemplo de Jesús y María resuena en el corazón de los fieles, quienes buscan encontrar en ellos la inspiración para vivir una vida de auténtico servicio, que trascienda las apariencias y sea un testimonio genuino del amor de Dios hacia toda la humanidad. Con este espíritu de servicio, se afirma, se podrá hacer frente a los desafíos del mundo de hoy y contribuir positivamente en la construcción de un futuro más justo y solidario.


Fuente: Catholic.net