Vie. Abr 26th, 2024

Hay temporadas en que todo se nos junta y sentimos que no podemos más. Entre el trabajo, la familia, la salud, el estudio, el grupo de oración, el apostolado… sentimos que se nos cae la vida como arena entre los dedos. Ahí el estrés se apodera de nosotros.

¿Cómo aprender a manejar el estrés o sobre llevarlo bien?

Los niños, cuando tienen cerca a sus papás, se desahogan con ellos, lloran y se quejan, hasta que les consuelan y les dan alguna solución. Porque confían en que alguien está para ellos.

Sin culpas, solo aceptar…

Entre más tardemos en decir, “DIOS, sí, la vida se me está saliendo de las manos” no vamos a poder sobre llevarlo.

Escuchar a Jesús decir “Yo no te juzgo”

El estrés se acrecienta porque escuchamos como si todos los involucrados nos recriminaran “Pudiste haberlo hecho mejor” o “me fallaste”.

Escuchar cómo nos sentimos

El estrés nos hace sentir que no podemos parar, pero es necesario hacer una pausa para mirar hacia dentro y escuchar qué sentimos. Quizá miedo por el futuro. Pena por no cumplir con expectativas.

Aceptar nuestras fortalezas y nuestras debilidades

Duele mucho no ser buenos en algo, pero que no nos ciegue a todo lo bueno que sí hemos dado. No tendremos 5.000 panes para alimentar a la gente, pero hemos dado nuestros 5. No seremos expertos en matemáticas, pero somos buenos artistas… o viceversa.

Liberarnos de lo que no nos corresponde

Hay cosas que simplemente no podemos controlar. Como el humor de otros, sus altas expectativas sobre nosotros, sus ritmos que no coinciden con los nuestros o cómo afrontan el conflicto. No podremos ser dioses para los demás, aunque eso nos duela.

Confía en DIOS y rechaza la ansiedad.

Volver a DIOS nuestro centro

Si mi centro es todo eso que me angustia, obviamente me hará ver todo oscuro y sin remedio. Si DIOS es mi centro, me muestra que Él es DIOS, yo criatura.


Fuente: Catholic link