Vie. Abr 26th, 2024

La práctica de la oración y la contemplación permite a los carmelitas desarrollar una riqueza espiritual bastante profunda, y algunos de ellos comparten su belleza interior con nosotros a través de sus escritos, por lo cual no es de extrañarse que, con el pasar de los años, se haya consolidado una tradición poética admirable en el Carmelo, y que varios santos y santas carmelitas, también sean grandes poetas. De hecho, algunos de ellos nos invitan a sentir el goce de encontrarse con Dios y contemplar su presencia por medio de sus poemas:

 

Meditemos con Santa Teresa de Ávila, quien, con estos cortos versos de su poema Alma, buscarte has en Mí, nos motiva a tener un tiempo de recogimiento e intimidad con Cristo, ese ser especial que habita en nuestro interior:

 

«Y si acaso no supieres dónde me hallarás a Mí, no andes de aquí para allí, sino, si hallarme quisieres, a mí buscarme has en ti.

 

Porque tú eres mi aposento, eres mi casa y morada, y así llamo en cualquier tiempo, si hallo en tu pensamiento estar la puerta cerrada.”

 

Contemplemos a Dios con San Juan de la Cruz y su Cántico Espiritual, el cual nos hace un llamado a mirar el mundo con los ojos amorosos de Cristo, y a darnos cuenta de que la belleza nos habla de Dios:

 

«Mil gracias derramando,

pasó por estos sotos con presura,

y yéndolos mirando,

con sola su figura

vestidos los dejó de hermosura.»

 

Disfrutemos el presente con Santa Teresita del Niño Jesús y su poema Mi canto de hoy, en el cual nos invita a saborear ese maravilloso momento que tenemos con Dios HOY:

 

«Mi vida es un instante, una efímera hora,

momento que se evade y que huye veloz.

Para amarte, Dios mío, en esta pobre tierra

 no tengo más que un día:

¡sólo el día de hoy!…»

 

Sintamos el soplo del Espíritu con Edith Stein, Santa Teresa Benedicta de la Cruz, quien nos invita a meditar sobre el actuar amoroso del Espíritu Santo en nuestras vidas a través de su poema ¿Quién eres tú, dulce luz? :

 

«¿Quién eres tú, dulce luz que me llenas

e iluminas la oscuridad de mi corazón?

Tú, más cercano a mí que yo misma

y más íntimo que mi intimidad,

y aún inalcanzable e incomprensible,

y que todo nombre haces renacer:

Espíritu Santo, ¡Amor Eterno!».

 

Entonces, ¿te animas a comenzar este año orando con los poemas del Carmelo?

 

 

 

Nota enviada por Maxance Avrial / Association Hozana