Jue. Abr 18th, 2024

Volver a ser fuentes. Está muy mal visto ir contra corriente. En muchos ambientes simplemente se cancela a los que dicen cosas que van en contra de la tendencia o main stream. Por otro lado, da la impresión que todo lo que no rompe lo políticamente correcto es bueno y debe ser respetado porque es natural. Pienso que debemos tener cuidado del “Buenismo”: todo el mundo es bueno.

La pedagogía de Jesús con sus discípulos

En el Evangelio de San Marcos, se narran dos ocasiones, en las que la tempestad sorprendió a los apóstoles en el mar de Galilea mientras navegaban hacia la otra orilla, cumpliendo un mandato expreso del Señor.

En la primera de ellas, Jesús estaba con ellos: Él estaba en la

popa durmiendo sobre un cabezal, mientras en la segunda Jesús se había quedado solo en tierra para rezar.

“Viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, hacia la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar e hizo ademán de pasar de largo”; se ve que en ninguno de los dos casos fue suficiente la pericia marinera de los apóstoles y el Señor tuvo que intervenir para que volviera la calma a las aguas y pudieran cruzar el lago sin peligro.

Se requiere fortaleza para hacer el bien, volver a ser fuentes

Además, les recuerda, que ellos mismos conocerán momentos de persecución y de calumnia: “no es el siervo más que su señor, ni el enviado más que quien le envió”, y es que es verdad que el camino del cielo pasa por la cruz.

El Señor nos dice: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará”.

No se a ti, pero personalmente estas palabras del Señor en el Evangelio, me ponen delante de los ojos, una realidad que palpamos constantemente, esto es: que la realización del bien, requiere fortaleza.

Cultivar las virtudes

Un estudio, publicado en la revista científica británica “Nature”, registró durante seis meses los movimientos de 100 mil personas a través del rastro que dejaban las señales que emitían sus teléfonos móviles al recibir o enviar mensajes de texto o llamadas. El resultado nada sorprendente: el ser humano es un animal de costumbre en sus movimientos, ya que se limita a ir y volver de un reducido número de lugares. En general, tendemos a repetir las mismas cosas. Si estas son buenas nos hacemos virtuosos, si son malas, nos vamos haciendo viciosos. San José María nos recuerda: “De que tú y yo nos portemos como DIOS quiere: depende, no lo olvides muchas cosas grandes”.

La bondad es parte

La bondad que se manifiesta en un trato amable, en la disposición de perdonar, en el comportamiento generalmente pacífico, pero también es verdad que en un buen cristiano esa bondad tiene que ir unida a la fortaleza; si no, no sería capaz de servir a DIOS, de cumplir su voluntad. Servir a DIOS muchas veces es costoso y exige ir contra la corriente. Si nos fijamos en los hombres con los que DIOS ha querido construir la Iglesia, vemos que no únicamente han sido buenos o bondadosos, sino que han tenido capacidad de exigirse, de sufrir.

Resulta evidente que no a todos nos pide el Señor lo mismo, pero es verdad que sin un poco de esa fortaleza no seríamos capaces de llevar a cabo la misión que nos ha encomendado, ni de ganarnos el cielo, como explica esta meditación.

La doctrina del Señor no ha sido nunca fácil.

Defender la fe con fortaleza

En la gran tradición ética cristiana, la prudencia, la templanza, la justicia y la fortaleza o ‘coraje’ han formado lo que se llama las virtudes cardinales. Cardinal del latín cardo que significa ‘la bisagra de la puerta’. Son las virtudes más básicas de las que depende todas las demás.

Según C. S. Lewis, el coraje es muy necesario. “Y fortaleza incluye ambos tipos de coraje, el tipo que enfrenta el peligro y el tipo que ‘aguanta’ el dolor”. Por supuesto, que no se puede practicar ninguna de las otras virtudes por mucho tiempo sin poner en juego la fortaleza.

Los justos, dice Proverbios, son audaces como un león. Esto era cierto en la antigüedad, y es cierto en nuestro tiempo. Debemos tener coraje en las venas para resistir las fuerzas seculares que empujan a la fe cristiana fuera de la sociedad, intentando reducirla a manifestaciones exclusivamente personales, limitadas a algunos momentos preciosos dentro de una sacristía.

La valentía viene del coraje y está impulsada por la verdad, la verdad bíblico-teológica. Su poder es tal que impulsa a los cristianos de todo tipo a abordar asuntos de gran trascendencia.


Fuente: Catholic link