Mar. Abr 30th, 2024

¿Has dicho alguna vez, para justificar tu egoísmo, «después de todo, tengo que vivir mi propia vida»? La verdad es que no tienes que vivir tu propia vida, porque tienes que vivirla con los demás. La religión no es lo que haces en tu soledad, sino lo que haces con los demás.

Naciste en el seno de una sociedad y, por lo tanto, no puedes separar el amor a tu prójimo de tu amor a DIOS. «Si uno dice «Yo amo a DIOS», y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a DIOS, a quien no ve» (1 Jn 4:20). — Las siete palabras de Jesús y María, cap.III Fulton Sheen.

En el camino de la vida espiritual, a menudo nos encontramos reflexionando sobre el significado profundo de la religión en nuestras vidas. Más allá de prácticas personales y momentos de soledad, la verdadera esencia de la religión reside en lo que compartimos con los demás. En este artículo, exploraremos desde una perspectiva católica cómo la religión es un camino de encuentro y compromiso con nuestros semejantes, y cómo esta noción puede enriquecer nuestra relación con DIOS y con el prójimo.

La Dimensión Comunitaria de la Religión: La religión, en su esencia más profunda, nos llama a vivir en comunión con nuestros hermanos y hermanas en la fe. En la Iglesia Católica, reconocemos que somos miembros de un cuerpo en el cual cada uno tiene un papel fundamental. La comunidad es el espacio donde compartimos nuestras alegrías y tristezas, donde nos apoyamos mutuamente en nuestras luchas y celebramos juntos nuestras victorias. La religión nos invita a unirnos en oración, a escuchar la Palabra de DIOS y a participar en los sacramentos como un solo cuerpo, recordando que, como nos dice San Pablo, «si un miembro sufre, todos sufren con él; si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Corintios 12:26).

El Servicio y el amor al prójimo: La religión auténtica nos llama a llevar nuestro compromiso más allá de las paredes de la iglesia y a vivir el amor de DIOS a través del servicio al prójimo. Siguiendo el ejemplo de Jesús, quien se entregó a sí mismo en amor por la humanidad, nuestra fe nos impulsa a extender una mano amiga a los necesitados, a consolar a los afligidos y a compartir con generosidad lo que tenemos. El amor al prójimo es una expresión concreta de nuestro amor a DIOS y una manera tangible de manifestar nuestra fe. Como nos recordó Jesús mismo, «lo que hicieron a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron» (Mateo 25:40).

La importancia de la comunidad de fe: En nuestra búsqueda espiritual, es fundamental rodearnos de una comunidad de creyentes que compartan nuestro viaje y nos ayuden a crecer en la fe. Esta comunidad nos brinda apoyo, guía y enseñanza a medida que avanzamos en nuestro camino espiritual. Juntos, podemos explorar las Escrituras, profundizar en la enseñanza de la Iglesia y alentarnos mutuamente a vivir una vida coherente con nuestra fe. La comunidad de fe también nos desafía a confrontar nuestras debilidades y a crecer en virtud a medida que buscamos la santidad.

Conclusión: La religión, en última instancia, no es simplemente una serie de prácticas personales, sino un llamado a vivir en relación con DIOS y con nuestros hermanos y hermanas. En la comunidad de fe y en el servicio al prójimo, encontramos una dimensión más profunda y significativa de nuestra espiritualidad. A través del amor compartido y del compromiso con el bienestar de los demás, experimentamos la plenitud de la religión en toda su belleza y autenticidad. Que esta comprensión nos guíe en nuestro camino de fe y nos inspire a buscar siempre el encuentro y el compromiso con los demás, siguiendo el ejemplo de Jesús y de María.


Fuente: catholic-link