Vie. Abr 19th, 2024

En el fondo, no les interesa la pecadora sino la ocasión para acusarlo, poniéndolo entre la espada y la pared, como decimos a menudo, cuando estamos en aprietos y debemos tomar una decisión de suma importancia. Los tentadores creyeron que Jesús no tenía escapatoria. Algunos intérpretes del texto afirman que Jesús aparenta no hacer caso, directamente, de la pregunta que le dirigen. En este último caso los nombres de los acusadores escritos en el polvo, serían barridos por el viento y, al recordar a Jeremías, los tales acusadores, se retiran sintiéndose culpables, también.

 

Jesús sabe que las faltas cometidas no revelan la totalidad del corazón del hombre, y aquí la misericordia está por encima de la justicia. Así que la invitación de Jesús a los escribas y fariseos y a nosotros, es a ver las cosas, con seriedad, desde nuestra responsabilidad humana.

 

Cuando Jesús dice: “El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra...” apela a la universalidad del pecado de nuestros primeros padres. Nadie puede acusar a otro, porque todos somos pecadores, y en todo caso el que puede hacer justicia es Dios, quien no se equivoca en sus juicios como nosotros los humanos. Acordémonos de la parábola del Padre misericordioso y de sus dos hijos y de la necesidad de cuidarnos de condenar a ninguno. Eso jamás puede estar en la agenda espiritual de ningún cristiano verdadero.

 

Fuente: Catholic.net

Redacción: Natalia Monroy