Sáb. Abr 27th, 2024

En un mensaje profundamente inspirador, el Papa Francisco ha enfocado la atención en la figura de Jesús y María como modelos ejemplares de servicio y glorificación divina durante el Ángelus en la solemnidad de la Asunción. Desde la ventana de su estudio, ante la majestuosa plaza de San Pedro, el Pontífice resaltó cómo estas dos vidas, que triunfan sobre la muerte y resucitan, comparten una trayectoria común de ascenso hacia lo alto, combinando la alabanza a DIOS y el servicio a sus semejantes.

Al referirse a Jesús, el Santo Padre destacó su viaje hacia Jerusalén, un camino que lo llevó a la cruz en un acto de entrega suprema. Esta elección de subir hacia la ciudad sagrada para entregar su vida por la humanidad, subrayó el Papa, ejemplifica el profundo compromiso de Jesús con el servicio y la redención. Así, su ascenso físico se convierte en un símbolo de su ascenso espiritual hacia la gloria divina.

La Virgen María, a quien se honra en esta solemnidad por su Asunción en cuerpo y alma a los cielos, también personifica esta conexión entre alabanza y servicio. El Papa Francisco evocó el momento en que María sube a una región montañosa para asistir a su prima Isabel, demostrando su devoción y generosidad en el servicio a los demás. Esta imagen de María ascendiendo hacia las colinas mientras extiende su ayuda resalta cómo la alabanza a DIOS y el servicio a la humanidad pueden ir de la mano.

El Papa elogió especialmente el espíritu de voluntariado que ambos ejemplifican. Jesús y María, a pesar de las circunstancias difíciles que enfrentaron, se elevaron hacia lo alto a través de su dedicación a DIOS y su entrega a los demás. Este llamado a la alabanza y al servicio, afirmó el Pontífice, es una guía inspiradora para todos nosotros en nuestra búsqueda de una vida significativa y espiritualmente enriquecedora.

En una época en la que el individualismo y la búsqueda de poder a menudo dominan la narrativa, el mensaje del Papa Francisco nos recuerda la belleza y la importancia del servicio desinteresado y la alabanza a lo divino. Siguiendo el ejemplo de Jesús y María, podemos encontrar un camino hacia la verdadera elevación espiritual y el cumplimiento humano al comprometernos con los demás y glorificar a Dios a través de nuestras acciones cotidianas.

Voluntariado: amor que eleva la vida

«Cuando nos abajamos para servir a los hermanos – observó el Papa – es cuando subimos: es el amor que eleva la vida». El servicio no es un camino fácil: «La Virgen, que acaba de concebir, recorre casi 150 kilómetros para llegar a casa de Isabel». El Obispo de Roma añadió:

«Admiro el voluntariado. ¡Ayudar cuesta! También nosotros lo experimentamos, en la fatiga, en la paciencia y en las preocupaciones que comporta el cuidado de los demás»

Pensemos, por ejemplo, en los kilómetros que tantas personas recorren cada día para ir y volver del trabajo y realizar muchas tareas en favor del prójimo; pensemos en los sacrificios de tiempo y de sueño para cuidar a un recién nacido o a un anciano; y en el compromiso de servir a los que no tienen nada que devolver, tanto en la Iglesia como en el voluntariado. Es fatigoso, pero es subir hacia lo alto, ¡es ganar el Cielo!

Servicio y alabanza

Sin embargo, el servicio sin alabanza a DIOS corre el riesgo de ser estéril. «Las personas aburridas que viven de la cháchara son incapaces de alabar», señaló el Pontífice. María cuando entra en casa de su prima alaba al Señor. Quien ama a DIOS conoce la alabanza. Y el Evangelio de hoy nos muestra una cascada de alabanzas: el Niño salta de alegría en el seno de Isabel».

«La alabanza aumenta la alegría. La alabanza es como una escalera: eleva los corazones. La alabanza levanta el ánimo y vence la tentación de abatirse. ¡Qué bien hace alabar a DIOS todos los días, y también a los demás! ¡Qué bien hace vivir de gratitud y de bendición en lugar de lamentaciones y quejas, levantar la mirada hacia arriba en lugar de enfurruñarse!»

Como María

Además, el Papa Francisco pidió a cada uno que afronte las dimensiones del servicio y de la alabanza:

«Preguntémonos: ¿Vivo mi trabajo y mis ocupaciones cotidianas con espíritu de servicio? ¿Me dedico a alguien gratuitamente, sin buscar beneficios inmediatos? En definitiva, ¿hago del servicio el ‘trampolín’ de mi vida? Y pensando en la alabanza: ¿exulto, como María, en DIOS? ¿Rezo bendiciendo al Señor? Y, después de alabarlo, ¿propago su alegría entre las personas que encuentro?»


Fuente: Infocatólica