Vie. Abr 26th, 2024
Nunca se podría imaginar que el empresario y gran coleccionista de arte Francesco Federico Cerruti, al adquirir el cuadro de esta preciosa “Virgen con el Niño, san Juanito y dos ángeles” (1480- 1485),  que éste tenía detrás un dramático pasado en una época tan triste de la historia como lo es la Segunda Guerra Mundial. 

MADONNA

Fuente: Castello di Rivoli Museo d’Arte Contemporanea, Rivoli-Turin

 

Cerruti, un hombre con gustos refinados y gran amante del arte, se sintió atraído por la delicadeza de los trazos de los personajes de la obra y por su colores brillantes, de cuya técnica Jacopo del Sellaio era maestro absoluto.

 

El empresario, dueño de una de las colecciones privada más importante de toda Europa, al morir en el 2015, dejó estipulado que se donara su villa con todos sus tesoros al museo vecino del Castillo de Rivoli, a las puertas de Torino. Es aquí que los expertos de arte se llevaron una gran sorpresa: se dieron cuenta que tenían en sus manos una obra que se creía perdida desde el 1936.

 

La Virgen pertenecía a un coleccionista judío vienés, Gustav Arens, y al morir, el cuadro fue heredado por su hija Ann, que la tenía expuesta en el comedor. Al poco tiempo fue confiscado por el régimen nazi, Ann tuvo que pagar una enorme suma de dinero para poder traer la Virgen de nuevo a su hogar.

 

Pero esto no terminó aquí, era sólo el comienzo, porque poco tiempo después Hitler comenzó a perseguir a los judíos y Ann con su marido y sus dos hijas tuvieron que emigrar primero a París y luego a los Estados Unidos. El cuadro, junto a otras obras de arte, fue confiscado, y desde allí se perdieron sus huellas.

 

MADONNA

Fuente: Grete Heinz, Courtesy Castello di Rivoli Museo d’Arte Contemporanea, Rivoli-Turin

En el 2018 la Fundación Cerruti contacta a la Holocaust Claims Processing Office (Oficina de reclamos del Holocausto), con la esperanza de encontrar a la familia de Ann, y tuvieron mucha suerte, porque pudieron dar directamente con ella, que hoy tiene 93 años.

La felicidad de Ann era inmensa, todavía conserva vivos y nítidos los recuerdos de la presencia de la Virgen en su hogar, como ella contó a la fundación: “era una presencia afectuosa y tranquilizante”. Recuerda que cada vez que se sentaba a la mesa, veía el dulce rostro de María, le impresionaban la belleza de sus colores y de su expresión, tanto, que le quedó siempre impresa en su memoria.

 

MADONNA

Fuente: Grete Heinz, Courtesy Castello di Rivoli Museo d’Arte Contemporanea, Rivoli-Turin

 

En este año  con el objetivo de mantener intacta la Colección Cerruti, preservar la memoria de los trágicos acontecimientos que sacudieron a Europa durante la Segunda Guerra Mundial y permitir al público poder admirar la pintura, se decidió colocarla de nuevo en la casa museo, Villa Cerruti. Además la Fundación Cerruti dio una compensación económica a la familia, comprometiéndose a narrar a los visitantes las vicisitudes por las que han pasado, tanto el cuadro como la familia Arens.

 

Por tanto, ahora es posible admirar la obra de Jacopo del Sellaio, cuadro que también era especialmente amado por Cerruti hasta el punto de tenerlo en su habitación, junto a su cama.

 

Sin duda Nuestra Madre la Virgen María es capaz de transmitir su dulzura y ternura también a través del arte a toda la humanidad sin diferencia de religiones.

 

Fuente: artribune.com, Maria con te, n.38, septiembre2020

Fuente 2: Aleteia 

 

 

 

Nota enviada por Teresita González a webmaster