Mié. May 1st, 2024

Durante el reciente encuentro general del presbiterio de la Arquidiócesis de Bogotá, el Cardenal Luis José Rueda Aparicio iluminó el camino hacia un sacerdocio más auténtico y comprometido, subrayando tres pilares esenciales: silencio, servicio y salida misionera. Estos, señaló, son vitales no solo para los sacerdotes, sino también para los fieles laicos, al permitirles redescubrir la riqueza de su vocación.

En su reflexión, el Cardenal Rueda Aparicio resaltó la necesidad del silencio para profundizar en la oración y el encuentro personal con Dios, tomando como modelo a Jesús y su búsqueda de momentos de quietud. Asimismo, remarcó el valor del servicio humilde, inspirado en el gesto de Jesús al lavar los pies de sus discípulos, y enfatizó la urgencia de la salida misionera para llevar la Buena Nueva a todos los rincones del mundo, recordando el coraje que ello implica.

Además, el prelado colombiano animó a los presentes a convertirse en signos vivos de esperanza, haciendo eco de la invitación divina a ser portadores de luz en medio de las dificultades y desafíos de la sociedad contemporánea. Subrayó, igualmente, la importancia crítica de la reconciliación y la conversión personal, a través del testimonio del padre Leonel Narváez, quien ha dedicado gran parte de su vida a la promoción de la paz y la reconciliación en escenarios afectados por el conflicto y la violencia.

La experiencia del padre Narváez con las Escuelas de Reconciliación y Paz se presentó como un ejemplo concreto de cómo el sacerdocio puede contribuir significativamente a la curación de las heridas sociales y al fomento de la paz. Esta labor de reconciliación, basada en el perdón, es crucial para la transformación tanto personal como colectiva, marcando un camino hacia la renovación de la sociedad.

El Cardenal Rueda Aparicio cerró su intervención destacando el papel transformador del sacerdocio como fuerza de paz y reconciliación, invitando a todos a seguir el inspirador ejemplo del padre Narváez en el esfuerzo continuo por construir un mundo más fraterno y unido. Este encuentro marca un hito en el compromiso de la Iglesia en Colombia con la formación de un clero y una comunidad laica más conscientes de su llamado a ser artífices de cambio y esperanza en el mundo.