Vie. Abr 19th, 2024

Quizás a algunos les cueste empatizar con un niño o una niña que todavía está en el vientre de su madre, pero es mucho más fácil hacerlo con esa misma madre si de repente el embarazo no sigue adelante. ¿Quién no conoce al menos a una madre que haya tenido que pasar por este sufrimiento una vez o incluso más? El derecho a la sepultura digna está recogido en las legislaciones de muchos países. Sin embargo, hay una categoría de personas a las cuales este derecho le es a menudo denegado: se trata de los niños no nacidos, es decir los niños que sufren un aborto espontáneo o provocado.

 

CEMETERY
Cementerio de Busto Arsizio, con área de niños no nacidos, en Italia.
   

Desgraciadamente, ellos no pueden salir a la calle con pancartas y megáfonos para reivindicar sus derechos.

   

Pero cuando este derecho se cruza con el deseo de unos padres de tener un lugar para encontrarse con los restos mortales de su propio hijo, entonces el niño tiene alguna posibilidad de que su cuerpo no sea desechado como un residuo hospitalario.

 

Permitida en muchos países

 

Muchas legislaciones permiten la sepultura de los niños no nacidos, aunque no todos los gobernantes fomenten este acto de piedad.

 

Llevar unas flores, llorar y rezar delante de una sepultura es fuente de gran consolación para los padres que han perdido un hijo.

 

Además, no hay que olvidar que el cuerpo de un niño no nacido también está destinado a la resurrección.

 

Uno de los rasgos que nos hace especiales entre los seres vivos es la reacción ante la muerte.

 

¿Qué es la muerte? Es el final de la vida terrenal. ¿Y dónde empieza la vida terrenal? Según la ciencia, empieza con la fecundación. Con lo cual, tras la fecundación hay vida. Y vida humana.

 

Desde el primer momento existe un individuo con su propio ADN y que se va desarrollando en un proceso de complejidad creciente y sin solución de continuidad.

 

Estas evidencias científicas deberían ser un argumento rotundo para poder afirmar que estos individuos son personas desde el primer momento de existencia.

 

Y por tanto que hay un derecho para los no nacidos, y que en muchas legislaciones los niños y niñas que están en el vientre de sus madres no tienen los mismos derechos a nivel jurídico que los que ya han nacido.

 

Derecho a la intimidad familiar

 

En España, una sentencia de 2016 del Tribunal Constitucional estableció que el derecho de enterramiento de todos los fetos está contenido en el «derecho a la intimidad familiar».

 

Torrent fue la primera localidad en instalar un panteón en 2019 y Boadilla del Monte la primera en realizar nichos individuales en 2020.

 

Iniciativas parecidas se han llevado a cabo en Bilbao, Castellar del Vallès, Ripoll, Rubí, Barcelona, Guissona, Granollers, Igualada, Sant Joan Despí, Sant Cugat y Calvià.

 

En algunos países de nuestro entorno como Italia, Reino Unido y Polonia, el entierro de los niños no nacidos está más arraigado.

 

Además, los rituales para acompañar a nuestros difuntos más pequeños no nacidos están difundidos en todas las culturas y religiones.

 

Actualmente, se celebran funerales para no nacidos tanto América del Norte (Illinois, Kentucky, Missouri, Ohio, Pennsylvania, Wisconsin, Indiana…), como en Asia, por ejemplo, en Japón y Vietnam. 

 

Actos llenos de humanidad

 

Entrar en uno de estos cementerios, participar en un funeral, acompañar a los niños con la oración y a veces a los mismos padres… Se trata de actos cargados de una inmensa humanidad. Enterrar a un difunto es un gesto de compasión que no se debería denegar a nadie. Además, se convierte en un apoyo importante para ayudar a los padres a superar el duelo perinatal, es decir el dolor provocado por un aborto. ¡Animemos a nuestros gobernantes locales a proporcionar un lugar donde los niños y niñas no nacidos puedan ver reconocido su derecho a una sepultura digna y donde sus padres, sus familiares y amigos puedan encontrarse con sus restos mortales!

 

 

 

Fuente: Aleteia