Mié. May 1st, 2024

En su audiencia general más reciente, el Papa Francisco abordó el tema de la avaricia, destacando este vicio no como un simple deseo de riqueza material, sino como un profundo desorden del corazón humano. Ante una multitud de fieles reunidos, el Pontífice continuó su serie de catequesis sobre vicios y virtudes, enfocándose en cómo la avaricia impide la generosidad y conduce a la infelicidad.

El Santo Padre resaltó que la avaricia trasciende los límites de la riqueza material, afectando a personas de todos los estratos socioeconómicos. «La avaricia es una enfermedad del corazón, no de la cartera», enfatizó Francisco, desafiando la noción común de que este vicio es exclusivo de los ricos.

Para superar la avaricia, el Papa sugirió la reflexión sobre la muerte, una práctica común entre los monjes. Hizo hincapié en la inutilidad de acumular bienes terrenales, que no pueden ser llevados más allá de la vida. Esta meditación sobre la muerte desvela la futilidad y el engaño inherente a la avaricia.

Citando las palabras de Jesús en el Sermón de la Montaña, el Papa Francisco recordó a los fieles la enseñanza bíblica sobre la acumulación de tesoros terrenales. Advirtió sobre el riesgo de ser esclavizados por las posesiones, donde a menudo los bienes terminan poseyendo a sus dueños, robándoles la libertad y la paz.

El Papa también clarificó que, aunque las riquezas no son un pecado en sí mismas, sí representan una gran responsabilidad. Señaló que muchos ricos viven en constante angustia y temor por la seguridad de sus bienes, olvidando así los valores del Evangelio que predicaban una correcta actitud hacia la riqueza.

Finalmente, el Pontífice concluyó afirmando que el ávaro no logra ver que el dinero puede ser una fuente de bendición si se usa adecuadamente. Sin embargo, atrapados en su avaricia, muchos se encuentran en un «callejón sin salida de la infelicidad», incapaces de disfrutar de la libertad y la alegría que ofrece una vida generosa y desprendida.