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Este 5 de julio de 2021, monseñor Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, fue el encargado de dar inicio a la asamblea plenaria de obispos que llega a su versión ciento once.

 

Monseñor Urbina Ortega, quien finaliza su periodo de gestión dentro de la Institución, inició su intervención recordando que «sólo es posible tender un puente cuando existen dos pilares diversos, para unir distancias y tener cómo caminar confiados«, refiriéndose al transcurrir de los 10 años que marcó el plan pastoral que la CEC adelantó y que terminan hoy con el fin de este trienio.

 

«Pasar de diez años que se han cumplido, con el proyecto que realizamos juntos para llegar al nuevo tiempo que las circunstancias históricas del país, por la pandemia y su compleja situación social, y de nuestra Iglesia, que peregrina en los diversos lugares de nuestra geografía, requiere dos pilares: la gratitud y la esperanza”.

 

La gratitud


El obispo agradeció a Dios el camino recorrido durante estos años de trabajo; igualmente exaltó el servicio de tantas personas que muchas veces desde el silencio de su oración aportaron a los procesos pastorales que se desarrollaron. Lo propio manifestó hacia el Papa Francisco por su visita a Colombia en el año 2017, donde les animó a tener una mirada generosa hacia los más necesitados y a buscar caminos que llevaran a la reconciliación y la paz.

 

También giró su mirada de agradecimiento hacia quienes le acompañaron como directivos de la CEC: monseñor Ricardo Tobón Restrepo y monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, «para quienes tengo gratitud inmensa, por su compañía, cercanía, apoyo, sabiduría y servicio, que fueron necesarios para iluminar momentos complejos y tomar decisiones inaplazables«; igualmente al Consejo de Presidencia, la Comisión Permanente, presidentes de las Comisiones y de los Centros, a quienes les expresó: «Pudimos crecer en articulación para servir y avanzar«; y, luego, se dirigió a sacerdotes, religiosas y laicos del Secretariado Permanente del Episcopado (SPEC), reconociendo su disposición y aporte por el bien de la Iglesia.

 

Asimismo, agradeció a sus hermanos obispos, quienes hacen parte de la Iglesia que peregrina en Colombia, «pues es a través de Ella que recibimos la gracia de Dios (…) Gracias por todo lo que hemos vivido y realizado como Colegio Apostólico«.

 

La esperanza


El prelado observó que la esperanza es la única que fortalece para «seguir descubriendo y saber leer los signos de la presencia del Espíritu en este nuevo tiempo, marcado por la ausencia de Dios en tantas personas«. A ello, agregó: «es imprescindible seguir educando en la fe y el amor fraterno, valorando carismas, servicios, ministerios en la unidad de la comunión«.

 

Afirmó que se hace necesario mantener una esperanza más fuerte para «poder crecer en una comunión episcopal, abierta al Espíritu y dócil al Magisterio«; ello, destacó, para que podamos ser una Iglesia en salida y con una experiencia sinodal, «que ayude a cada persona a reconocer que será más libre, autónoma y racional, cuanto mejor responda a la llamada de Cristo que nos abre la puerta a un humanismo nuevo, capaz de afrontar los problemas de la vida y la muerte, la salvación y la esperanza para siempre«.

 

Aseguró que la esperanza impulsa a generar comunidades auténticamente cristianas. La comunidad «debe volver a colocar con mayor fuerza la Eucaristía en el centro de su vida, contemplar a su Señor, y todo cuanto haga (…) De la Palabra y la Eucaristía, nacerá una comunidad que hable más con hechos que con palabras, pues la verdad tiene su propia fuerza que depende de la coherencia entre palabras y hechos«.

 

Los obispos de Colombia estarán reunidos en Bogotá, del 05 al 07 de julio de 2021, para celebrar la CXI Asamblea Plenaria, donde se elegirán las nuevas directivas para el trienio 2021-2024.

 

 

 

 

Nota enviada en guion a producción Radio María por las periodistas: Maira Celis y Johaved Orozco 
Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia