Vie. Abr 26th, 2024

Partamos de lo teológico. Me parece que no es exagerado afirmar que toda la vida cristiana se edifica sobre un hecho fundamental: Dios se nos ha dado y nos invita a responder a su donación. Este intercambio amoroso con la Santísima Trinidad tiene lugar ya en esta tierra, pues por el bautismo somos hechos nuevas criaturas en Cristo. Se trata de una nueva vida, que lleva en sí misma la tendencia a crecer y a desarrollarse hasta llegar a su plenitud en la vida del cielo.

Habitar en la intimidad de Dios

Nos dice el mismo san Pablo en Efesios, que quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad: por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina.

Descubrir a Dios en la liturgia

No sé si sabes, pero la liturgia es el modelo seguro sobre el que basar la piedad personal. Ahora bien, el objeto de la liturgia es la glorificación de la Trinidad. Este fue también el centro de la vida y de la muerte de Jesús: dar gloria al Padre mediante su obediencia y entrega. Siguiendo el comportamiento de Cristo, la liturgia tiene estructura esencialmente trinitaria. Partiendo desde la Santa Misa, que es acción divina, trinitaria, no humana; el sacerdote que celebra sirve al designio del Señor, se dirige al Padre prestando su cuerpo y su voz; pero no obra en nombre propio, sino en la Persona de Cristo, y en nombre de Cristo, a través del Espíritu Santo.

Ser dóciles al Espíritu Santo

La liturgia llama al Espíritu Santo “dulce huésped del alma”. A Él le debemos todo en nuestra vida interior. También la inhabitación trinitaria, es decir, que las tres Personas de la Santísima Trinidad habitan en nuestra alma, cuando estamos en gracia. De hecho, es el Espíritu Santo quien nos infunde la gracia, nos une con Cristo, opera nuestra santificación. Por eso decimos que el Espíritu Santo edifica la Iglesia. De ahí la fuerza con que los autores espirituales insisten en la docilidad al Espíritu Santo, que es enviado a nuestros corazones para llenarlos de caridad.

Es el Espíritu Santo el que nos lleva a tratar a cada una de las personas divinas.

Aprender de la oración de los santos

Si partimos de la oración vocal, podemos encontrar que el Gloria es la oración Trinitaria por preferencia. Es un desarrollo de la fórmula bautismal trinitaria a la que se le añadió al final la cláusula por los siglos de los siglos, muy usada entre los hebreos en la época de los apóstoles. La utilizamos con mucha frecuencia en las estaciones, rosario, etc.

Pero hay otra oración vocal que es muy utilizada, se llama Trisagio Angélico, y se utiliza para adorar a la Santísima Trinidad. Tiene su origen en Oriente hacia el siglo V y se extendió muy pronto por toda la cristiandad. Por ejemplo, el Padre San Pío de Pietrelcina exhortaba a sus fieles a tener gran devoción a la Santísima Trinidad, especialmente el rezo del Trisagio, y la famosa monja española, Madre Esperanza de Jesús Alhama, fundadora de las Esclavas e Hijos del Amor Misericordioso, también lo rezaba diariamente, y cuando surgía algún problema o se veían en alguna necesidad, inmediatamente comenzaba el rezo del Trisagio con todas sus monjas y mandaba también que se recitara en todas sus Casas y durante largas temporadas.

¿Cómo tratar a la Santísima Trinidad en la oración?

“Si amamos a Cristo con divino atrevimiento, nos refugiamos en la abertura que la lanza dejó en su Costado, se cumplirá la promesa del Maestro: cualquiera que me ama, observará mi doctrina, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos mansión dentro de él”.


Fuente: Catholic link