Mar. Oct 29th, 2024

A medida que octubre llega a su fin, las calles, los hogares y los comercios se llenan de imágenes de calabazas, fantasmas y disfraces aterradores. Halloween, una celebración que en sus raíces tiene elementos de origen celta, se ha convertido en una fecha de gran popularidad impulsada por el comercio y la cultura global. Sin embargo, para la Iglesia Católica, esta fiesta no representa los valores que promueve, y su creciente popularidad suele provocar preguntas entre los fieles: ¿Por qué los católicos no celebramos Halloween?

La Iglesia Católica propone en cambio dos fechas de suma importancia en el calendario litúrgico: la Solemnidad de Todos los Santos el 1 de noviembre y la Conmemoración de los Fieles Difuntos el 2 de noviembre. Ambas fechas son una invitación a recordar la vida de aquellos que han alcanzado la santidad y a orar por las almas que aún necesitan nuestras plegarias. Estas celebraciones destacan lo más profundo del mensaje cristiano: la victoria de la vida sobre la muerte y la esperanza en la resurrección.

Halloween, tal como se celebra hoy, suele presentar elementos que exaltan lo oscuro, lo macabro y, en muchos casos, una banalización de la muerte. Para la Iglesia, este tipo de representaciones pueden llevar a trivializar la dimensión espiritual y trascendental de la vida y de la muerte. En un contexto de fe, el misterio de la muerte no es motivo de burla ni entretenimiento, sino de respeto y reflexión, recordando siempre que Cristo ha vencido la muerte y nos ha abierto las puertas a la vida eterna.

Además, Halloween tiene sus raíces en la festividad pagana de Samhain, una antigua celebración celta que marcaba el final de la temporada de cosecha y el inicio del invierno. Aunque la fiesta ha evolucionado y hoy en día parece haber perdido ese simbolismo, algunos elementos de sus orígenes persisten, generando conflictos con la espiritualidad católica que se centra en la luz y la esperanza. La Iglesia invita a los fieles a enfocar su atención en la vida y ejemplo de los santos, quienes son testimonios de cómo vivir el Evangelio y alcanzar la santidad.

Para muchos católicos, una alternativa a Halloween es celebrar la «Noche de Todos los Santos» o participar en actividades organizadas por sus parroquias, donde los niños pueden aprender sobre la vida de los santos y disfrazarse de sus santos favoritos. Estas iniciativas no solo brindan una opción segura y formativa, sino que también recuerdan a los niños y jóvenes que la santidad es posible y que todos estamos llamados a vivir en la gracia y el amor de Dios.

En definitiva, la Iglesia Católica no celebra Halloween porque prefiere destacar el mensaje de vida, esperanza y redención que se encuentra en la comunión de los santos y en la oración por los difuntos. En lugar de centrarse en lo macabro, la Iglesia invita a sus fieles a celebrar el triunfo de la luz sobre la oscuridad y la vida eterna en Cristo. Halloween puede parecer una diversión inocente, pero para los católicos, las festividades de Todos los Santos y los Fieles Difuntos ofrecen una oportunidad más profunda para reflexionar sobre el destino eterno de cada alma y la esperanza de la resurrección.

A continuación te compartimos la infografía:

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