Vie. Abr 19th, 2024

En nuestra sección de evangelización te invitamos a reflexionar sobre el perdonar, Esta pregunta nos lleva directamente al corazón del mensaje de Jesús y nos desafía a vivir de acuerdo con su enseñanza.

Jesús nos habló del perdón en varias ocasiones, y en una de las más conocidas, Pedro le preguntó: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete veces?». Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». ¿Qué nos quiere enseñar Jesús con esto?

El Señor nos está llamando a un perdón ilimitado, a una generosidad sin fin en perdonar. No nos está diciendo que llevemos un registro y que después de cierto número de veces dejemos de perdonar. Está hablando de una actitud del corazón, una disposición a perdonar siempre.

El perdón no siempre es fácil, y a veces puede parecer imposible, especialmente cuando las heridas son profundas. Pero cuando perdonamos, no solo liberamos a la otra persona de la deuda que tenemos contra ella, sino que también liberamos nuestro propio corazón del peso del rencor y el odio. El perdón nos libera y nos permite experimentar la paz y la sanación que solo DIOS puede brindar.

Así que, mis queridos hermanos y hermanas, recordemos las palabras de Jesús: «Perdona, y serás perdonado». No hay límite en el amor y la misericordia de DIOS hacia nosotros, y no debería haber límite en nuestro amor y misericordia hacia los demás. En esta tarea a veces difícil, pidamos la gracia de DIOS para que podamos perdonar siempre, sin importar cuántas veces sea necesario. En el perdón, encontramos la verdadera libertad y la paz que nuestro mundo tanto necesita.

Te compartimos el video del padre José Paniagua y el texto del Evangelio según San Mateo 18,21-35:

«En aquel tiempo, Pedro preguntó a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. »Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: ‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré’. Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. »Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: ‘Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?’. Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano».


Fuente del video: Padre José Paniagua
Fuente 2: catholic-link