Jue. Abr 25th, 2024

En dos semanas fallecieron, por el nuevo coronavirus, los padres Rodolfo Eduardo de Roux, Marco Tulio González, Roberto Triviño, Jorge Uribe, Gonzalo Amaya, Leonardo Ramírez, Guillermo Hernández, Álvaro Jiménez, Gabriel Montañés y Fortunato Herrera. Algunos de ellos, la edad en especial.

 

La noticia fue compartida por la Compañía de Jesús, que rindió un homenaje a algunos de los curas, quienes, además de profesar el catolicismo, entregaron su vida a la docencia universitaria y a la creación artística, entre otros.

 

Rodolfo de Roux, tío de Francisco de Roux, el presidente de la Comisión de la Verdad, fue una de las víctimas. Doctor en teología y profesor en eucaristía, entregó parte de su vida al arte de labrar palabras: escribió novelas, desnudó su alma con la poesía y contagio de gozo con las canciones que compuso.

 

Jorge Uribe, otro de los fallecidos, dedicó su vida a crear emisoras regionales y comunitarias, con el amor de quien profesa y la experticia de un comunicador social, pues esta era su profesión.

 

Leonardo Ramírez, se puso del lado de los señalados, como ordena la biblia, de quienes cometieron errores que los llevaron a estar tras las rejas, pues fue en las cárceles donde divulgó la fe cristiana.

 

En Pasto, Colombia, específicamente en la Universidad Mariana, Marco Tulio González dejó todo un legado cuando estuvo como rector. Lo mismo hizo en Lima, Perú, donde se desempeñó como vicerrector de la Universidad Ruiz de Montoya.

 

Al igual que Marco Tulio, el también fallecido Fortunato Herrera se dedicó a la educación en la Universidad Javeriana y en el Colegio Mayor San Bartolomé. Además, fue uno de los custodios de los archivos más antiguos de la comunidad jesuita en el país.

 

Como un fiel creyente de la educación y el fortalecimiento de la espiritualidad, Guillermo Hernández, Psicólogo, se dedicó a la pastoral y la consejería: creó las Escuelas de Padres en los colegios jesuitas.

 

Álvaro Jiménez, decano de la Universidad Javeriana de Bogotá y vicerrector de la sede en Cali, psicólogo de profesión, escribió cerca de 30 libros.

 

Los jesuitas también lamentaron la muerte de Roberto Triviño, quien brindó ejercicios espirituales al clero Colombiano, a través del Centro de Espiritualidad, y Gabriel Montañez, un hombre que, desde la sencillez y humildad, sirvió a quien necesitara de su apoyo.

 

Gonzalo Amaya, consejero espiritual en los sectores populares, también murió.

 

Todos convivían en el mismo lugar

 

De acuerdo con el padre Carlos Eduardo Correa de la Compañía de Jesús, los diez sacerdotes que murieron eran adultos mayores, algunos con más de 80 años, y residentes en la sede de enfermería de los jesuitas de la localidad de Chapinero.

 

“A esa enfermería solo van quienes tienen problema para bastarse por sí mismos, y tenemos un convenio con el Hospital San Ignacio para que nos ayuden con el personal”, contó el sacerdote Correa a El Tiempo.

 

A la pregunta de ¿cómo entró el coronavirus a dicha sede de enfermería?, Carlos Eduardo Correa respondió al diario capitalino que debió ser “por los turnos del personal que entraba del hospital”. Explicó que algunos de los hoy fallecidos incluso tenían problemas de Alzhéimer y salud mental, se negaron a aislarse y usar tapabocas, por lo que el problema se acrecentó. Patologías respiratorias y diabetes también fueron comorbilidades en algunos de ellos.

 

 

Fuente: Infobae