Jue. Oct 3rd, 2024

En la mañana del 3 de octubre, el Sínodo de los Obispos arrancó con un llamado urgente por la paz y el fin de la violencia, marcando el inicio de la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General sobre la sinodalidad. En una rueda de prensa realizada en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, se abordaron los principales temas que han emergido: el papel de la mujer en la Iglesia, la importancia del perdón, y la relevancia de los grupos de trabajo como verdaderos espacios de vida sinodal.

Los participantes del Sínodo, entre ellos el jesuita Giacomo Costa y monseñor Riccardo Battocchio, junto a la presidenta delegada, Sor María de los Dolores Palencia Gómez, y monseñor Daniel Ernest Flores, destacaron la relevancia de la espiritualidad y la oración en el proceso sinodal, señalando que la situación mundial, especialmente en regiones afectadas por conflictos, está muy presente en las oraciones de los miembros.

Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación, subrayó la necesidad de que el proceso sinodal sea un espacio donde se escuche y se dialogue, más allá de un simple debate parlamentario. Además, explicó que los Grupos de Trabajo, creados por el Papa, son una pieza clave del camino sinodal, funcionando como «talleres de vida» donde se fomenta una verdadera comunión y participación dentro de la Iglesia.

Entre los temas discutidos, resaltó también la atención al papel de la mujer en la Iglesia, aunque en relación con la posibilidad del diaconado femenino, se expresó que «el tiempo no está maduro» para una decisión definitiva en esa dirección.

El Sínodo continúa, entonces, como un camino abierto a la renovación y al discernimiento, donde la paz, la inclusión y el diálogo permanecen como pilares fundamentales.

Fuente del video Rome Reports

Diferencias de metodología entre 2023 y 2024

Entrevistado por la prensa, el clérigo jesuita explicó a continuación la diferencia de metodología entre las sesiones del I y el II Sínodo: en 2023, dijo, el objetivo era escuchar perspectivas en su diversidad, «historias de Iglesia» que debían emerger. En 2024, la Asamblea tiene otra función: ofrecer, como Iglesia entera, directrices al Santo Padre como fruto del camino recorrido entretanto, para crear una armonía, no para uniformar. El método actual, añadió el padre Costa, en lugar de abrir interrogantes, ayuda a identificar ciertos puntos que deben ser analizados según una conversación espiritual profunda, dejando siempre espacio abierto, para evitar acabar «enjaulados».

Monseñor Battocchio: la importancia de los teólogos

Sobre la importancia del perdón, que surgió sobre todo durante la Vigilia Penitencial presidida por el Papa en San Pedro el martes 1 de octubre, se detuvo monseñor Battocchio: esa celebración, dijo, indicó «un estilo, una conciencia de lo que significa ser Iglesia», porque «el hermano pecador no es un extraño, sino alguien cuya carga debo llevar para realizar el camino de conversión en el que todos estamos implicados». «Somos Iglesia en la medida en que somos alcanzados por la misericordia de Dios», señaló el secretario especial, que más tarde se explayó sobre el papel de los teólogos en el seno de la asamblea. Agradeciendo su «preciosa» contribución, monseñor Battocchio destacó su labor de «escucha atenta, de “inteligencia teológica” de lo que surge del debate en el aula de la asamblea». Su importancia también queda subrayada por el hecho de que sus mesas de trabajo están situadas este año más al centro que en 2023.

Sor Palencia Gómez: progreso para las mujeres

De «gran libertad y gran entusiasmo» habló Sor Palencia Gómez, explicando cómo la Asamblea permite a sus participantes caminar juntas «teniendo en cuenta la realidad de este mundo, que es extrema, pero que hay que observar con la mirada de Dios, Padre Nuestro». Sólo así, de hecho, «podemos crecer en una experiencia concreta de sinodalidad y misión». A continuación, preguntada por los periodistas sobre el papel de la mujer en la Iglesia, la religiosa destacó los frutos ya presentes en diferentes contextos y continentes. De su experiencia en América Latina, en particular, pudo inferir que se han dado pasos adelante en este sentido, tanto que «el papel de la mujer, sus dones, sus aportes son cada vez más reconocidos en una Iglesia sinodal». Sor Dolores destacó también la posibilidad de «abrirse a nuevas experiencias, a nuevas propuestas para descubrir y profundizar aún más el papel de la mujer».

Sobre el diaconado femenino 

 Se está avanzando poco a poco, reiteró, pero es un camino que se ha puesto en marcha, tanto para las mujeres laicas como para las consagradas. «También depende de nosotros -concluyó- liberarnos de un estilo de ‘clericalismo’». Las preguntas de la prensa se refirieron también al diaconado femenino: a este respecto, los conferenciantes recordaron lo que el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, había dicho ayer en la sala. Aún no es el momento, se dijo, y es bueno que se profundice en el tema, en un camino eclesial vivido juntos.

Monseñor Flores: el silencio como estilo sinodal

A continuación tomó la palabra monseñor Flores, quien dijo cómo, desde la primera sesión sinodal de 2023, muchas cosas han madurado, porque «la vida de la Iglesia ha avanzado, por lo que no estamos en el mismo punto que el año pasado. Como los árboles, ‘crecemos de noche’, es decir, el crecimiento sólo se ve después». En su discurso, el prelado también se detuvo en la importancia del silencio -tema analizado en la meditación celebrada el 1 de octubre por la Madre Maria Ignazia Angelini-, no como algo vacío, sino como algo lleno de donde emerge la Palabra. «Es una parte fundamental del estilo sinodal, porque nos permite la comprensión espiritual del mundo que se nos manifiesta», explicó monseñor Flores.

Las perspectivas locales nos permiten ver el rostro de Cristo en el mundo

Central en su reflexión fue también la comprensión de las perspectivas locales, que, dijo, «no son “enemigas de la verdad”, sino que permiten a la Iglesia esa escucha disciplinada y paciente que nos permite tener una visión amplia del rostro de Cristo en el mundo en que vivimos». El trabajo del Sínodo, añadió, es «intentar encontrar una voz coherente que sea expresión de la voz de la Iglesia, de su vida hoy, de su experiencia. Hay un ‘nosotros’ que es significativo en el trabajo del Sínodo y que vale mucho más que el ‘yo’ individual», concluyó el prelado. El Sínodo busca este ‘nosotros’, al que todos pertenecemos».


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