Jue. Mar 28th, 2024

Encomendándose a la protección de la Santísima Virgen María, Reina y Madre de las Misericordias, monseñor Farly Yovany Gil Betancur recibió, este jueves 18 de junio, la ordenación episcopal en un acto litúrgico presidido por monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, arzobispo de Nueva Pamplona.

 

En su mensaje, el nuevo obispo electo para Montelíbano, pidió la ayuda de la Virgen “para vivir un episcopado alegre y generoso (…) Ampárame, guárdame, y favoréceme como a hijo predilecto, porque pongo en tus manos el ministerio episcopal que acabo de recibir y ansío santamente vivir, imitando en su entrega a nuestro Beato el Padre Marianito”.

 

Monseñor Gil hizo una corta reflexión a cada uno de los interrogantes que el Papa emérito Benedicto XVI propone a quienes han sido llamados al servicio episcopal: “¿Desde dónde quieres, Señor, que te ame? ¿Desde dónde quieres, Señor, que te siga? ¿Desde dónde quieres, Señor, que te sirva?”

 

Estas fueron sus respuestas que, sin duda, marcarán su andar pastoral en esta nueva misión encomendada por la Iglesia:

 

- Señor, desde Montelíbano quieres que te ame; te amaré, entregándome al servicio de esa querida Diócesis.

 

- Señor, quieres que te siga en el servicio que nos enseñas desde el Cenáculo como Sumo Sacerdote. Que, como tú, nuevo y definitivo sacerdote, mi existencia sea una ofrenda total.

 

- Señor, que pueda gritar al mundo que Cristo nos puede renovar desde la apertura de nuestros corazones a su misericordia. Te serviré sin reservas, caminando en tu presencia.

 

Luego de agradecer al Papa Francisco el llamamiento al Ministerio Episcopal, renovándole su comunión al sucesor de Pedro, ofreció un saludo por su cercanía, gratitud y amistad generosa al Nuncio Apostólico, monseñor Luis Mariano Montemayor, a monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, arzobispo de Nueva Pamplona, quien actuó como ordenante, y a los obispos, monseñor Gabriel Villa Vahos, arzobispo de Tunja y monseñor Jairo Jaramillo Monsalve, arzobispo emérito de Barranquilla, quienes le acompañaron durante la ceremonia como primeros ordenantes.

 

Así mismo, manifestó su saludo generoso a los obispos y arzobispos del país y en ellos a cada uno de los miembros de la Conferencia Episcopal, donde recientemente finalizó su gestión como secretario adjunto. Igualmente se mostró agradecido con la diócesis de Santa Rosa de Osos donde fue incardinado desde el momento de su ordenación sacerdotal y en ella al clero: “Gracias por permitirme compartir con ustedes estos años de ministerio sacerdotal. Gracias por su amistad y testimonio. Que Cristo Sumo Sacerdote los bendiga a todos en fidelidad”.

 

Al dirigirse a su nueva familia diocesana de Montelíbano, les expresó su cercanía: “Acojo a mis sacerdotes, diáconos y seminaristas. En este día de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, él bendiga sus ministerios. Saludo a todos los hombres y mujeres que peregrinan en la Diócesis de Montelíbano”. También recordó y agradeció el servicio evangelizador que los obispos predecesores han dejado en esta Iglesia particular.

 

Hizo extensivo su saludo a las principales autoridades municipales y civiles de los municipios de Don Matías y Santa Rosa de Osos, agradeciendo su apoyo y el servicio prestado en favor de las comunidades de esta región antioqueña.

 

Finalmente, agradeció a su familia, dirigiendo unas sentidas palabras a sus padres y hermanos, a quienes les dijo: “A mis papás y hermanos, gracias porque este sí que hoy ratifico al Señor, siempre ha tenido su apoyo y oración”. Al dirigirse a todo su núcleo familiar afirmó: “Nuevamente las distancias geográficas nos imposibilitan estar juntos físicamente en estos momentos especiales, pero siempre el amor y la hermandad romperán estas barreras”.

 

 

Por su parte, monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, durante su homilía, hizo una reflexión sobre la fiesta de Jesucristo sumo y eterno sacerdote que hoy la Iglesia católica celebra: “Somos sacerdotes, porque el Señor nos ha llamado a participar de su sacerdocio y ministerio; porque nos confía perpetuar en el tiempo su obra salvadora (…) El obispo está constituido para perpetuar esta obra salvadora de Cristo.”.

 

Recordó a monseñor Farly Yovany las tres tareas que como pastor de la Iglesia ha de seguir en su caminar episcopal y que hoy se proponen en las lecturas de la palabra de Dios: acompañar, orar y santificar al pueblo de Dios.

 

Obispo acompaña a sus fieles

Al recordar como Jesús se entregó por nuestra salvación y cargó con los pecados del pueblo, así mismo, dijo: “el obispo debe llevar sobre sus espaldas el peso y la responsabilidad de la comunidad. Está allí para acompañar y velar por su bien (…) Debe preocuparse, si fuese necesario, hasta dar la vida por sus fieles”.

 

Subrayó que la tarea de un obispo no es la de hacer una "labor social o filantrópica" para ayudar a solucionar carencias o dificultades de la sociedad organizada, se trata de la necesidad de "estar con los fieles para que ellos experimenten, por nuestra entrega generosa, la presencia amorosa de Jesús que levanta.".

 

El Obispo ora por sus fieles:

Tomando la carta a los Hebreos, que presenta a Jesucristo Sumo Sacerdote como la persona que intercede por todos, así mismo, agregó: “el obispo, imagen del Padre y Ministro de Jesucristo, ora también por sus fieles y ora con ellos (…) Esta fiesta que celebramos hoy nos invita a recordar y llevar a la práctica esta tarea, esencial en el ministerio episcopal”.

 

Exhortó al nuevo obispo a hacer entrega de su vida de forma generosa, disponible y a tener la capacidad de orar ante Dios por todos los fieles, de manera especial por los “más necesitados, por los que sufren, se han alejado y son rechazados por no creer o, según nosotros, porque son pecadores (…)  Amamos a los fieles, si oramos por ellos”.

 

El Obispo santifica a su pueblo:

Afirmó que la Iglesia vive de la Eucaristía, “del misterio de la fe, en que nos alimentamos de Cristo para tener vida eterna”. Por lo que recordó que, en esta tarea de santificar al pueblo de Dios, le corresponde al obispo celebrar los sacramentos y la Eucaristía haciendo presente a Cristo en medio de él. “El obispo, por la santidad en su propia vida, configura la vida de Cristo en la comunidad; santifica a su pueblo”.

 

Por último, exhortó a monseñor Farly Yovany para que en medio de las “dificultades y las pruebas, en medio de los gozos y las fatigas, de los posibles desencantos humanos y de los logros aparentes de nuestro esfuerzo”, confíe siempre en la gracia de Dios: “La confianza en el Señor es prenda de seguridad y garantía en el ejercicio del ministerio episcopal (…) Si Cristo actúa en nosotros y nos depositamos en sus manos, podemos decir: “todo lo puedo en Aquel que me conforta””.

Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia