Vie. Abr 19th, 2024

El Papa emérito ha sido un referente de fe, de firmeza y de coherencia cristiana en unos años muy difíciles para la Iglesia. Tras su muerte, Benedicto XVI nos ha dejado un legado impresionante, es por eso que queremos compartir contigo cuatro enseñanzas que nos deja el Santo Padre:

Coherencia: el amor visible y confiado

Quien veía a Benedicto XVI podía reconocer que era un hombre que vivía según lo que creía. Un fiel seguidor de Cristo, un servidor enamorado de la Iglesia que, con sus palabras y escritos, dirigió la barca de Pedro con coherencia, rectitud y amor.

Aunque durante su vida hubo polémicas ante su elección como Papa, su decisión de dejar de serlo y las palabras que pronunció fueron de una solidez doctrinal que a muchos asombró y seguirá asombrando. 

La solidez del Magisterio de Benedicto XVI y su fidelidad a la Iglesia siempre me impactan. Cuando pienso en él, veo la imagen de una roca en medio de las tormentas de un mar que, aunque pareciera que quieren hundirla, por más que lo intenten, no lo logran, porque está adherida a algo que es mucho más fuerte y firme.

Benedicto XVI estaba unido de una manera ejemplar a DIOS y por eso, aunque quisieran hundirlo, su fortaleza estaba en Aquel que es la mismísima fuerza. 

Humildad: todo es de DIOS y Él sabe más

Una de las virtudes que acompañaron a Benedicto XVI durante su vida, hasta su muerte, fue la humildad y la sencillez. Esta está directamente vinculada a lo que hemos dicho anteriormente. Benedicto XVI sabía que su vida no dependía de él, que todo lo que tenía, todo había sido un regalo inmerecido de DIOS. Por esta razón podemos decir que vivió siempre la verdadera humildad que es, según santa Teresa, vivir en la verdad sabiendo que no somos nada y que delante de DIOS lo somos todo. 

Él supo vivir a plenitud el llamado que DIOS le hizo, el llamado al sacerdocio, a ser Prefecto para la Doctrina de la fe, a ser Papa y a dejar de serlo. No se aferró a nada, sabiendo que nada era suyo, sino que todo era un regalo de DIOS. Vivió con humildad y con desapego tanto de las cosas como de los títulos. 

Caridad: el amor de DIOS derramado en cada corazón

El amor de DIOS, la virtud teologal a la que estamos llamados por la misma creación, fue una de las virtudes a las que más llamó el Papa. Sus encíclicas Deus Caritas est  Caritas in Veritate nos muestran la importancia de la caridad en la vida de fe del cristiano.

Si DIOS es amor y hemos sido creados a imagen y semejanza de ÉL, nosotros, todos, estamos llamados al amor que DIOS mismo ha impreso en nuestros corazones. Por otro lado, Jesús se ha revelado como Verdad, Camino y Vida. Él es el Amor y la Verdad y solamente unidos a Él encontraremos la Verdad que tanto anhelamos. 

Benedicto XVI fue un verdadero apóstol del amor de DIOS, un enamorado del Amor, que quiso comunicar a todos los fieles. Él reconoció el amor de DIOS y dedicó su vida y trabajo a comunicar ese amor que transforma la vida, por el que vale la pena vivir y morir.

Tanto confiaba en el amor de DIOS que en numerosas ocasiones recordó estar preparado para el encuentro definitivo con el DIOS que le había dado todo, mucho más de lo que deseaba y merecía. 

Silencio: paciente y confiado

Finalmente, Benedicto XVI nos ha enseñado el valor del silencio, de la oración silenciosa que acompaña, que vela junto a los suyos. Nos ha mostrado el inmenso valor de aquel que lo entrega todo a DIOS y que confía plenamente en los planes de un DIOS que siempre permanece, que está al lado de los que más lo necesitan.

Benedicto XVI nos enseña que debemos permanecer fieles, confiando en que DIOS es quien lleva las riendas de la Iglesia, que nuestra oración constante es signo de que nos abandonamos en las manos misericordiosas de un DIOS omnipotente y omnisciente a quien no se le escapa nada y que tiene un plan perfecto para todos, especialmente para su Iglesia. 

Demos gracias a DIOS por el regalo que nos ha hecho en Benedicto XVI, recordemos con alegría sus palabras. Como un buen abuelo nos ha dejado con la dulzura de sus enseñanzas. Pidamos a DIOS por su alma, para que el DIOS del amor y la ternura lo reciba con los brazos abiertos. 

Fuente: Catholic Link