Mié. Abr 24th, 2024

La seducción que contiene todo aquello que se nos presenta como atractivo, es un desorden superficial de lo que nos rodea, por eso se requiere de ciertas reglas que le hacen ser más atrayentes, esto se convierte en realidades que absorben la propia libertad, engañando al hombre para que se sienta, equivocadamente más libre. 

Buscamos “algo” más que los vicios

El motivo de fondo, creo, responde a una sed que cada día se acrecienta más y más. Una sed por respuestas, por compañías, un hambre de afecto y amor, es una especie de vacío que el hombre de hoy no sabe llenar. Como quien se acerca al espejismo en medio del desierto, pensando que es la fuente que le salvará de la muerte.

Es necesario que abandonemos esa idea que se nos ha vendido de que las hormonas, los sentimientos, los placeres, etc. determinan nuestra existencia. No, como seres humanos, contamos con dos poderosas herramientas, la voluntad y la inteligencia.

Estas herramientas tienen el poder de hacernos diferentes a cualquier tipo de ser vivo que nos circunde, ellas hacen posible que realmente podamos vivir en la autenticidad de nuestro ser: la libertad.

Sí tenemos opciones

La palabra vicio, hace referencia a una acción que se ejerce reiterativamente con disposición al mal y que trae consigo el deshonor y el sufrimiento. Por tanto, podríamos asegurar que, ante los pensamientos acerca de lo que son los vicios, reina una idea clara y es la de que todos los vicios traen consigo una reducción de la libertad. Y, por ende, de la voluntad del hombre. Dado esto, se nos hace necesario fortalecer diariamente la voluntad, con pequeños ejercicios como el de levantarse con la primera alarma de la mañana, por ejemplo.

¿El Evangelio tiene algo que decir de esto?

Creería que cuando el Evangelio hace tanto énfasis en la necesidad de estar vigilantes, hace alusión precisamente a este tipo de cosas. Estar vigilantes frente a lo que se nos presenta en cada instante, pues no siempre es la mejor elección por más “seductora” que parezca. Recordemos que el hombre prudente siempre será más sabio.


Fuente: Catholic link 

Redacción: Natalia Monroy