Cada vez que celebramos la Eucaristía hacemos profesión de fe en este admirable sacramento, que es Jesucristo presente en el altar para alimentarnos con su Cuerpo y con su Sangre y fortalecernos en el camino de la vida en esta tierra y abrirnos la puerta del Cielo en la eternidad, "el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día" , de tal manera que la Eucaristía tiene que ocupar un lugar central en nuestra vida cristiana.
El camino de nuestra fe fortalecido con el sacramento de la Eucaristía, nos debe llevar a una experiencia profunda de amor, porque la Eucaristía es escuela de caridad, de perdón y reconciliación, indispensable en los momentos actuales, cuando la humanidad está desgarrada por odios, violencias, resentimientos, rencores y venganzas, que están destruyendo y dividiendo la vida de las personas, de las familias y de la sociedad, que se percibe desmoronada y abatida por la falta de Dios en el corazón de cada persona que deja entrar toda clase de males.
Frente a tantas incertidumbres y dificultades que pretenden desanimar a quienes trabajan por el establecimiento del bien y de la caridad entre los pueblos, es necesario que brille la esperanza cristiana, que necesariamente tendrá que brotar de la Eucaristía, que cura todas las heridas provocadas por el mal y el pecado que se arraiga en la vida personal y social, que sana la desesperación en la que podemos caer, frente a tanto mal y violencia en el mundo y en nuestra región, donde la vida humana es pisoteada y destruida y el ser humano manipulado por todas las formas de mal que quieren arraigarse en la sociedad. Frente a este panorama tenemos la certeza que nos da la fe, que la Eucaristía es forma superior de oración que ilumina la historia personal como historia de salvación, donde Dios está siempre presente y al centro de cada combate humano, cristiano y espiritual.
La Eucaristía tal como la presenta la liturgia de la Iglesia es oración de alabanza, adoración, profesión de fe, invocación, exaltación de las maravillas de Dios, petición y súplica de perdón, ofrenda de la propia existencia, intercesión ferviente por la Iglesia, por la humanidad y las necesidades de todos. Todo está en la Eucaristía, especialmente en la plegaria eucarística donde se concentra el poder total de la oración. "Esta realidad que vivimos en torno a la Eucaristía se lleva a plenitud en la comunidad de los hijos de Dios, que es la Iglesia, de tal manera que como dice el Concilio "ninguna comunidad cristiana se edifica si no tiene su raíz y quicio en la celebración de la Santísima Eucaristía" , realidad que ha profundizado san Juan Pablo II cuando nos ha enseñado que "la Iglesia vive de la Eucaristía" añadiendo además que "esta verdad encierra el núcleo del misterio de la Iglesia , que es misterio de comunión, pues la "Eucaristía crea comunión y educa a la comunión" , que debe ser interna por la disposición interior a la gracia, y externa, incluyendo el decoro y el respeto por la celebración de la Eucaristía, con las normas litúrgicas propuestas por la Iglesia, para fortalecer el sacramento de la fe en cada creyente.
Fuente: Catholic.net
Redacción: Natalia Monroy