Mié. Abr 24th, 2024

Vivimos en un tiempo en el que las malas noticias son constantes; la pandemia, los desastres naturales, la crisis económica, la guerra, la corrupción… ¡Para qué seguir con la lista! Ante esto, a veces podemos tender a volvernos un poco pesimistas. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Es que no hay buenas noticias…?

La avalancha de malas noticias

Cada mañana nos cae encima una avalancha de malas noticias y… es verdad. Cada día, cuando encendemos el televisor y ponemos las noticias no aparecen más que malas noticias, seguidas de otras. Igual de malas o peores.Y eso nos deja con un sin sabor, tristeza y por qué no decirlo, amargura. Pareciera que vivimos en un mundo en el que todo lo que sucede es negativo. O que solo merecen ser contadas las cosas malas, porque son las que «venden».

¿Qué comunicamos?

Así mismo cuando recibimos todas las malas noticias lo que hacemos es convertirnos en un amplificador de las mismas. Las comentamos y hacemos parte de nuestras conversaciones.

Esto me lleva a las palabras de Lucas 6, 45: «El hombre bueno, del buen tesoro del corazón, saca lo bueno, y el malo, del malo, saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca». Las malas noticias las tendremos siempre, y las ganas de comentarlas y comunicarlas hacen parte de lo cotidiano. Pero tú y yo estamos llamados a ser sembradores de esperanza. Por esta razón, la iniciativa de ONG me parece tan relevante y necesaria en el mundo de hoy.

¡Súmate a la revolución de las buenas noticias!

A muchos nos alegra tanto cuando escuchamos la notificación del móvil anunciando que hay «nuevas buenas noticias para compartir», para hacerlas parte de nuestra conversación con amigos y familiares. Tal vez para cortar una conversación que está convirtiéndose desesperanzadora o cuando sale la frase «y así estamos». Siempre repito que tenemos dos opciones: hacemos parte de este mundo en el que suceden cosas malas todo el tiempo, pero también cosas buenas y… realmente muy buenas. Podemos quedarnos en lo malo y, como si fuera un cáncer, dejar que nos invada hasta la médula. O asumir que hay cosas malas, pero esforzarnos por ver el bien, lo bello y verdadero en este mundo. Estoy segura de que estás rodeado de buenas noticias. Solo tienes que abrir los ojos y el corazón para ver la buena noticia de la salida del sol, de un buen día de lluvia, de la mirada de tus hijos o de tus padres. ¡Podemos ver el bien en todo o el mal en todo! Y así viviremos.


Fuente: Catholic Link

Redacción: Natalia Monroy