Jue. Abr 25th, 2024

Nunca ha sido sencillo conversar con alguien que tiene ideas o creencias diametralmente opuestas a las tuyas. Usualmente, en lugar de entablar un diálogo, se entabla un debate que en algunas ocasiones se convierte casi en un campo de batalla. Y lamentablemente, al momento de comunicar la fe no nos liberamos de esto.

Comunicar la fe no se trata de convencer o hacer proselitismo (parafraseando al Papa Francisco). Comunicar la fe se trata en primer lugar de una tarea de amor. Además, no basta con solo formarse en la fe, necesitamos saber de qué manera estamos comunicando esa fe al otro.

Es comprometerse con ser reverentes con aquel que tenemos enfrente y piensa distinto. Porque, así piense distinto o hable en contra de Dios, Dios lo ama. Por lo tanto, mi misión es también amar. Como apóstoles tenemos que promover un encuentro y no un convencimiento de que mi postura es la mejor. Yo no puedo llevar el amor de Cristo por imposición.

Dicho esto, quiero dejarte algunas recomendaciones para tomar en cuenta al comunicar la fe:

1. Aprende a mirar en positivo: Antes de pensar en tus argumentos, mira a la otra persona. Trata de ponerte en su lugar, de recoger lo positivo. Evita caer en la actitud defensiva y el antagonismo. Recuerda que tu fe se trata del amor mismo.

2. Alumbra pero no quemes: Hemos sido llamados a ser luz del mundo, pero una luz que brinda ese calor reconfortante. Evitemos ser llamaradas incandescentes que desatan incendios de odios. Evitemos, en temas acalorados, echar más leña al fuego. Recuerda que es necesario respetar el punto de vista del otro, sin que eso signifique que no mantengas el tuyo. El respeto puede convivir incluso con desacuerdos.

3. Fíjate en cómo puedes hacer sentir al otro: Tengamos cuidado no solo con el tono y las palabras amables, sino con la erudición. Es decir, no usemos palabras rebuscadas, «eruditas», que sean incomprensibles para la persona que tenemos al frente. Palabras que, en lugar de acercar, distancien. Palabras que puedan hacer sentir inferior, atacado o no comprendido al que tenemos enfrente.

4. Cuenta historias: A veces nos quedamos en los argumentos y nos olvidamos de que las historias son más potentes. Tienen el poder de llegar a nosotros, de identificarnos con los personajes, con las situaciones que describimos. Recuerda que Jesús bajó a la tierra para hablar nuestro mismo lenguaje.

5. Sé compasivo: No olvides que tienes a un ser humano amado y deseado por Dios desde la eternidad. Tienes a alguien único e irrepetible al frente. Con fragilidades enormes, con anhelos grandiosos. Dejemos ese ego de lado al momento de comunicar la fe y pensemos en el otro como nuestro ser más querido (así nos cueste).

6. Evita ser un robot lleno de comandos: Deja de repetir todo de memoria. No des un discurso elaborado, lleno de reglas y formas. En el arte de comunicar la fe necesitamos también haber elegido esta fe en libertad, recordar que también fuimos tocados por Cristo, por su amor.

7. No se trata de ti: No se trata de ganar tú una batalla, sino de colaborar con Dios mismo. Eres apenas un mensajero, un medio. Lo que importa es el mensaje. El resto es campo de acción de Dios y de la libertad del otro.

Es una oportunidad muy provechosa que no solo redundará en el campo de la fe, sino en distintas instancias de nuestra propia vida. Porque no olvidemos que la fe está presente en cada acto de nuestro día a día.


Fuente: Catholic link