Sáb. Abr 20th, 2024

Pídele a tu Padre del cielo el santo abandono: «Aquí estoy Señor, para ti, para hacer tu voluntad, cuando quieras, como quieras, donde quieras» “Estén siempre alegres, oren sin cesar y den gracias a Dios en toda ocasión; ésta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos» 1 Tesalonicenses 5, 16-18

Reflexiono mucho sobre la oración. Para mí, rezar, es ponernos en la dulce presencia de Dios. Aunque siempre estamos en su presencia -pues “en Dios vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos 17)- el hombre debe dar ese paso, buscarlo, acercarse, sentir el anhelo de estar con Él.

Debemos rezar

Cuando rezas, Dios te mira, te abraza, te inunda con su amor, te fortalece con gracias inesperadas. Tú lo miras, sabes que estás ante el CREADOR, y Padre, un Dios TODOPODEROSO, que es infinitamente bueno, y su naturaleza es amar, a todos, siempre.

Ayer ocurrió algo hermoso. Anhelaba hablar con Dios, rezar. Es una necesidad que trasciende y te mueve al amor. La Biblia nos da indicaciones para hablar con Dios, están en Mateo 6. 

“Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará.”

Es una experiencia extraordinaria y yo disfruto mucho poniéndome en su presencia.

A veces, sencillamente camino solo fuera de mi casa, o en un parque, y a cada paso voy alabando su majestad, su poder, su misericordia, y le agradezco por el don de la vida, por mostrarnos el camino a la eternidad, por ser nuestro Padre.

De pronto nos inunda la ternura de Dios

DUCH ŚWIĘTY
Fuente imágen: Natali _ Mis | Shutterstock

Sentí esa necesidad, estar con Él. Salí a caminar y a rezar. Le dije: «Quiero confiar más en ti. Enséñame”. Y de pronto una oración muy sencilla y hermosa, de abandono en su misericordia y su santa voluntad, fue brotando de lo más hondo del alma. Apareció como una semilla que germina a tiempo, en su tiempo. Y repetía para no olvidarla: “Aquí estoy Señor. Cuida de mí.” Al regresar a casa me senté a escribirla. Son momentos muy íntimos, personales, de su presencia en medio de nosotros. De pronto, una ternura te inunda todo. Es tanta que se desborda, no la puedes contener y sientes deseos de amar a todos Y sabes que es Él, Dios que pasa.

Nas dá mucha paz

Supe que debía compartirla, me dio mucha paz. Comprendí que también era para ti. Hay  tanto sufrimiento a nuestro alrededor…   Nos toca amar, a todos, consolar, llevar  algo de esperanza, mostrarles que pueden confiar en Dios, que es un Padre extraordinario y nos ama. Dios te ama. 

 

A continuación les compartimos la oración:

Aquí estoy, Señor: Oración del santo abandono

Aquí estoy Señor.
Cuida de mí.

Haré lo que me pides.
Guía mis pasos.
Lo que quieras.

Muéstrame tus caminos.
Y cuando quieras.

Tengo miedo, y lo sabes,
tiéndeme tu mano amorosa.

Como quieras.
Lo acepto todo,
dame fortaleza, valor y fe.

Si Tú quieres, yo lo quiero.
Si me lo pides, lo haré.

No me dejes, Señor, 
sin ti nada puedo.

Grande y maravilloso eres, Dios Creador
y Padre de la humanidad.

Aquí estoy, Señor,
para hacer tu santa voluntad.

Camina conmigo.
Guía mis pasos.

Haz de mí una nueva creatura.
Hazme santo para ti.

Te entrego mi vida, mi alma, mi familia.
Todo es tuyo y lo deposito en tu amor infinito.

Aquí estoy Señor, para ti.
Para hacer tu voluntad.

Cuando quieras.
Como quieras.
Donde quieras.

Amén.

Sabemos que algunas personas tienen dificultades para leer. Grabé para ti y para ellas, la oración. Gracias por acompañarnos, por tus oraciones,  por todo el bien que haces, por ser como eres. ¡Ánimo¡ Ten presente siempre que vas a salir adelante. Dios nos ama.

 

Fuente: Aleteia

Fuente del video: Claudio de Castro