Vie. Abr 19th, 2024

El padre Rafael Darío Montes, nació en Pamplona Norte de Santander el 14 de septiembre de 1934 en el hogar conformado por Luis María Montes e Isabel Duque Rangel, una familia campesina y piadosa santandereana. Cuando ingresó a la escuela primaria ya se sabía todo, pues entre sus padres le habían preparado, incluso para la Primera Comunión.

 

“Mi papá me ha enseñado a leer ya escribir y las operaciones fundamentales y mi mamá me enseñó el catecismo y con la preparación de mi papá y mamá, un pre kínder extraordinario, pero sin escuela entré a la primaria”, indicó el padre Montes en una entrevista realizada en el año 2018.

 

Siempre fue un excelente alumno, él mismo decía que siempre fue muy inteligente, pero díscolo, molestaba mucho y era muy inquieto. Descubrió su vocación el día de su Primera Comunión, fue un sentimiento avasallador, que no pudo explicar, sin embargo, tuvo que luchar con su padre, un militar de carácter fuerte que no quería ver a su hijo en el seminario.

 

Terminó sus estudios de secundaria en el Seminario Menor de Pamplona en 1950, filosofía en el Seminario Mayor de Pamplona en 1953 y teología en la Universidad Javeriana de Bogotá en 1958. Fue ordenado presbítero por monseñor Bernardo Botero Álvarez el 8 de diciembre de 1958, para el servicio de la Diócesis de Pamplona.

 

Trabajo pastoral

 

Siendo un joven sacerdote estuvo como párroco en algunos pueblos de Santander, en uno tuvo que reemplazar al sacerdote, porque lo iban a matar y lo cuenta con gran sentido del humor.

 

Por una enfermedad llegó a Bogotá, y aquí se quedó. Su trabajo pastoral fue confesar y confesar para que la gente pudiera volver a ser feliz. “Lo que he hecho toda la vida es confesar y ser sacerdote, inclusive confesar cuando los otros no querían hacerlo”, indicó el padre Montes.

 

Inició su servicio pastoral en Bogotá como vicario cooperador en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en 1979, colaborador de la parroquia Cristo Rey en 1987, colaborador en San Juan Crisóstomo en 1987, vicario parroquial en San Juan Crisóstomo en el año 2000 y sacerdote emérito desde el año 2016, vivió en la casa de las hermanas Oblatas de Betania en Bogotá.

 

Fue incardinado para la Arquidiócesis de Bogotá mediante el decreto número 1.206 el 11 de septiembre de 2006 y falleció el pasado 28 de mayo.

 

Siempre mostró su agradecimiento a la Arquidiócesis de Bogotá “Quiero expresar mi gratitud con la Arquidiócesis que me escogió. Tengo 60 años de sacerdote, 20 años estuve en mi tierra en Pamplona y los otros 40 ha sido aquí en Bogotá y de esos 40 años la mayor parte estuve en la parroquia San Juan Crisóstomo. Desde que uno quiera abrir la puerta a nuestro Señor él entra y hace milagros”.

 

 

Fuente: El catolicismo

Redacción: Natalia Monroy