En una nueva carta, Benedicto XVI elogió la historia de una mujer que vivió «el drama interior de ser cristiano» y dedicó su vida al encuentro espiritual con Cristo en la Adoración Eucarística. El Papa Emérito escribió que su propia experiencia personal era similar a la que vivió la Madre Julia Verhaeghe en una carta dirigida al autor de una nueva biografía. Hermann Geissler, es un antiguo funcionario de la Congregación para la Doctrina de la Fe y miembro de la Familia Espiritual «La Obra» que fundó la Madre Julia y que el Papa Juan Pablo II designó como familia de vida consagrada en 2001. En su carta a Geissler, a la que ha tenido acceso CNA -agencia en inglés del grupo ACI-, Benedicto no ocultó que tenía «el temor de que su vida pudiera tener poco interés en su conjunto por carecer de todo dramatismo externo».
«De este modo, se hace visible el verdadero drama de la vida, que se encuentra sobre todo en el encuentro con San Pablo y, a través de él, con Cristo mismo, permitiendo a los demás recorrerlo», añadió Benedicto. Todo el drama externo e interno de la fe está presente en su vida. El libro está dividido en cuatro partes e incluye testimonios, extractos de las cartas de la Madre Julia y otros documentos de archivo. Además, el libro contextualiza la vida y las opciones de la Madre Julia, conectándolas con las situaciones de la época, de las que la Madre Julia era una atenta observadora.
Estos encuentros y relaciones forman parte de un camino espiritual de encuentro con Cristo. El libro de Geissler relata estos encuentros con delicadeza, sin sensacionalismo, demostrando que la profecía solo llega cuando uno está abierto a la escucha. Frente a la creciente secularización, la Familia Espiritual «La Obra», guiada por la Madre Julia, hizo hincapié en la Adoración Eucarística. El libro también describe cómo la Madre Julia sentía el mismo entusiasmo y preocupación por una Europa unificada, justo cuando Bruselas se preparaba para acoger la Expo de 1958.
Su visión fue siempre de renovación espiritual, de retorno a Cristo. Tal vez no había ningún drama externo, pero la inquietud del alma de la Madre Julia a la que se refiere Benedicto es buena, abierta a la reflexión sobre los temas de la época. En el libro de Geissler se percibe el constante asombro ante el misterio de Cristo, que la lleva, ya anciana, a visitar Tierra Santa y a experimentar el desierto. La vida de la Madre Julia contada en este libro es la de una mujer que supo mirar su tiempo con la concreción que solo da el contacto con Dios.
Fuente: Aciprensa
Redacción: Natalia Monroy