Jue. Mar 28th, 2024

«En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno; Isabel quedó llena del Espíritu Santo» (Lc 1, 41). El largo viaje emprendido por María para visitar a su prima Isabel, nos recuerda la importancia del encuentro, del servicio y la valentía de ir con prontitud para atender el propósito que Dios nos ha encomendado.

Estos tiempos de cuarentena nos han enseñado que vale más un abrazo que un mensaje. Que las visitas a nuestros amigos son más valiosas que una video llamada y que aunque la tecnología ha facilitado los encuentros, nos hace falta el cara a cara.

El misterio de la Visitación nos muestra una gran lección para aprovechar al máximo nuestras conversaciones online:

1. El saludo espontáneo y alegre

María irrumpe con la alegría de su fe pronta y disponible: «Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,40). Y con simplemente oír su saludo, Isabel quedó llena del Espíritu Santo. El gozo que había en los corazones de María e Isabel, nos invita a saludar con alegría aunque sea de forma online no solo con un ¿Hola, como estas? sino de otras formas que nos permitan ser más creativos, incluyendo: fotografías, canciones o mensajes escritos a mano.

En estos días he recibido mensajes que me han llenado el corazón de alegría. Frases como: escucha esta canción, me hizo recordarte o una nota de voz sin poder aguantar las ganas de reír por algo cómico que me comentaban.

2. Las preguntas con empatía

Isabel en su asombro por recibir una visita de sorpresa, exclama con voz fuerte: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?» (Lc 1, 39-48). Isabel sabía muy bien de qué trataba la empatía, poniendo su interés en el sentimiento de la Virgen, percibiendo su situación, haciendo suya su vivencia y transformándola en su propia experiencia.

Al momento de recibir un mensaje, hagamos preguntas empáticas en vez de simpáticas, uniéndonos al otro por encima de nuestros intereses. Santa Teresa Benedicta de la Cruz en su tesis sobre el problema de la empatía, nos recuerda que este valor es el fundamento de las relaciones personales y comunitarias con los otros y con Dios.

De esa forma lograremos tener una auténtica comunidad humana, en la que los individuos no son simplemente objetos, sino sobre todo y ante todo, sujetos de experiencia, capaces de entrar en comunión sin perder identidad.

 

3. La escucha atenta

Cada frase pronunciada en la conversación de esta visita, fue respetada y valorada, ¿Cuántos de nosotros escuchamos atentos las palabras del otro? Este segundo misterio de gozo, nos invita a escuchar y leer atentos, dando importancia a cada palabra comunicada, y en vez de responder con nuestra opinión o vivencia similar, seguir el hilo de la conversación de acuerdo a la persona que está desarrollando el tema.

Cada uno tendrá su momento de expresar sus sentimientos y contar parte de su día a día. Escuchemos atentos y pensemos en el honor de esa visita. «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1, 45).

Isabel, con su exclamación llena de admiración, nos invita a apreciar todo lo que la presencia de la Virgen María trae como don a la vida de cada creyente.

 

4. El espacio para la oración

El ritmo del Evangelio marca las notas para la oración, y en este pasaje de san Lucas, se encuentra parte del Ave María y el Magníficat. ¿Se imaginan que en algunos años las palabras de nuestras conversaciones se conviertan en oración o que sean frases tan llenas de la presencia de Dios, que permitan encontrarnos más allá de una pantalla?

La conversación entre María e Isabel sobreabundaba en la presencia de Dios, característica principal de la oración. El Magnificat es la expresión de la gracia que llenaba a María, hoy nuestras palabras son reflejo de lo que abunda en nuestro corazón, tomemos este ejemplo:

«Dijo María: Alaba mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador» (Lc 1, 46). Que nuestra evangelización pueda hacerse presente en esta cuarentena, con el propósito de que cada conversación sea un momento de encuentro fraterno, humano, cercano y empático.

Meditemos la presencia del Espíritu Santo en estos días de Pascua, él también fue protagonista en la Visitación, produce como un preludio de Pentecostés, confirmando una cooperación que, habiendo empezado con la Encarnación, está destinada a manifestarse en toda la obra de la salvación divina.

 

Artículo elaborado por Vanessa Urdaneta de catholic-link